El ciclón alcanzó categoría 5, lo que no es común para el mes de julio, pero perderá fuerza después de su paso por México, señala Rafael Trejo, subgerente de Pronóstico Meteorológico del SMN
El segundo impacto del huracán Beryl sobre México se pronosticó para el domingo por la noche o madrugada del lunes sobre el centro-norte de Tamaulipas, aunque con menor fuerza que cuando arribó por primera vez al país entre el jueves y el viernes pasados, de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Dicho escenario de dos llegadas de un sólo fenómeno a un mismo territorio es común, ya que tiene que ver con la ubicación geográfica de la República Mexicana y el lugar en donde se formó el ciclón, en la parte sur del Atlántico, con una trayectoria de oeste-noroeste, explica Rafael Trejo Vázquez, subgerente de Pronóstico Meteorológico de la Gerencia de Meteorología y Climatología de la Coordinación General del SMN.
“Imaginemos una línea recta desde donde se formó hasta donde se va a disipar; no tuvo ninguna variación o alguna curvatura y esto fue porque en el Océano Atlántico tenemos un sistema de alta presión que está metida sobre el Golfo de México y el Mar Caribe, es por eso que tiene esta trayectoria recta hacia las costas, primero de Yucatán y posteriormente hacia el noreste de la República Mexicana”, explica en entrevista para + Chilango. Agrega que muchos ciclones tropicales se forman en la parte centro del Atlántico y tienen una curvatura hacia la costa este de Estados Unidos, por ese motivo no arriban a nuestro país.
Intensidad poco común
El especialista señala que si bien es normal que un mismo ciclón toque dos veces en el país, no es común que alcancen la categoría 5 durante julio, como lo hizo Beryl. Este tipo de intensidad se alcanza entre agosto y septiembre, que es cuando se mide el pico máximo de huracanes de la temporada.
“No es tan frecuente, únicamente, desde que tenemos nuestra base de datos de hace 50 años, sólo se han formado dos”. Emily en 2005 y Allen en 1980, ambos en el Atlántico, y aunque con trayectorias diferentes, tuvieron vientos mayores a los 250 kilómetros por hora. Trejo Vázquez comenta que la temporada actual de huracanes en el Atlántico está catalogada como “muy activa”, debido a que el pronóstico de formación de los ciclones es 50% por arriba de la media, por ello pronosticaron de 20 a 23, cuando lo habitual son 14. “Este incremento significativo es porque estamos saliendo del fenómeno de El Niño en su fase positiva, actualmente estamos en la fase neutra y posteriormente vamos a pasar a las condiciones de La Niña”.
Menciona que es justo por este último fenómeno que las temperaturas del mar están por encima de su promedio, es decir, “anomalías positivas” de 1 o 1.5 grados centígrados más: “el océano está más caliente de lo normal”.
La incidencia se debe a que la fuente de energía para que un ciclón se intensifique o adquiera mayor energía son las temperaturas del mar superiores a 26.5° centígrados.
“Eso es un conjunto de diferentes cosas que se necesitan para que se pueda intensificar un huracán. Este caso pasó cuando Beryl alcanzó la categoría 5, teníamos temperaturas arriba de 29 a 30 grados centígrados. También se sumó que en la parte alta de la atmósfera el viento era muy débil, es por eso que Beryl tuvo todos los ingredientes para intensificarse rápidamente”.
El subgerente del SMN acota que Beryl perderá intensidad tras su paso por México, debido a que estará en continente y ya no tendrá la fuerza de alimentación con las aguas cálidas tanto del Golfo de México como del Mar Caribe, además de su contacto con la orografía de las zonas montañosas, donde terminará en convertirse en baja presión remanente.
Formación de un huracán
Este fenómeno surge a partir de una zona de inestabilidad (formación de nubes no bien organizadas) por encima del Ecuador por lo menos a 10 grados de latitud. Después pasa a un sistema de baja presión con vientos intensos que giran en sentido contrario a las manecillas del reloj y nubosidad en forma de espiral, ahí se les cataloga como depresión tropical o huracán. La ubicación de México favorece que estos fenómenos pasen cada año por el país.