Un grupo de jóvenes indígenas que llegaron a estudiar y trabajar a la capital se unieron para crear redes de apoyo contra la discriminación
Pamela Ponce llegó a la Ciudad de México para estudiar una carrera. En la universidad conoció a otras becarias que, como ella, pertenecían a pueblos indígenas de distintos estados del país. Desde entonces, estas jóvenes comenzaron a organizar una red de apoyo a mujeres indígenas que llegan a la capital por razones de estudio o trabajo y que son víctimas de racismo y discriminación.
“Somos compañeras que están en esa transición entre la juventud y la adultez, originarias de bastantes pueblos indígenas que llegan en diversas condiciones, por temas laborales, de salud, huyendo de la violencia, pero principalmente por educación”, dice Pamela, mujer purépecha, originaria de Michoacán y coordinadora de la colectiva Iranu, organización que cumple cinco años funcionando.
A la colectiva se le han sumado otras compañeras que atraviesan las mismas problemáticas, principalmente de los estados de Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Puebla, Estado de México y residentes indígenas de la misma CDMX.
“Pensábamos que había mucha soledad en nuestras vidas y pues en la ciudad no conocíamos a nadie, muchas no sabíamos usar el Metro, el camión; algunas no conocían los semáforos porque no hay en los pueblos”, narra la joven politóloga con maestría en Antropología y consultora en temas de derechos humanos, interculturalidad y de género.
Por si eso fuera poco, la discriminación en su contra era el pan de cada día. Por ello, esta colectiva comenzó a crear espacios seguros y redes de apoyo. “Nuestra principal función es tomar acciones concretas, capacitarnos, tener información segura, sobre todo en seguridad, temas de derechos sexuales y reproductivos.
Y trabajamos también temas de identidad porque pasa que muchas llegan diciendo: ‘ya no estoy en el pueblo, ya no soy de aquí, tengo que minimizar y parecer de la ciudad’, y pues no”.
Entre los desafíos que atraviesan las jóvenes cuando llegan a la capital es justo el racismo. “Es un tema que está en todos lados, en la institución educativa, en los trabajos, en la calle, en la publicidad, en la poca accesibilidad a las jóvenes indígenas migrantes”, expone Elvira Pablo, del pueblo Ayuujk de Santa María Alotepec de la Sierra Norte de Oaxaca y también integrante de Iranu.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022, el 28% de la población indígena de 12 y más años declaró haber sido discriminada en los 12 meses previos al levantamiento del sondeo. De este grupo, una tercera parte dijo que fue por su forma de vestir o por su arreglo personal.
Racismo en el trabajo
El racismo se resiente con mayor fuerza en las fuentes de trabajo. En marzo de este año, durante el XVIII Diplomado sobre el Derecho a la No Discriminación, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM), Nashieli Ramírez Hernández, señaló que en lo laboral es donde más se vive la discriminación: “Todos los grupos de atención prioritaria señalaron la discriminación laboral como el ámbito donde más viven esta problemática”.
Recordó que la ENADIS 2022, que levanta el INEGI, indica que el 44.9% de las personas con discapacidad refirió sufrir discriminación en su empleo, lo mismo que el 44.6% de personas adultas mayores, el 31% de indígenas y casi el 20% de lxs jóvenes.
“Es necesario fortalecer la identidad para fortalecer lo que somos, por ello trabajamos en primeros auxilios jurídicos para conocer nuestros derechos, temas de antirracismo, discriminación, violencias, derechos sexuales y reproductivos.
Hace unos dos años hemos hablado sobre temas del trabajo”, dice Elvira, quien también es abogada y coordinadora regional de Amnistía Internacional de América Latina para las juventudes.
Otras problemáticas
Las activistas agregaron que además del racismo, otro desafío que enfrentan las jóvenes indígenas al llegar a la capital es la falta de acceso a una vivienda, sobre todo cuando vienen a estudiar.
“No deja de ser problema cuando ya trabajas, pero cuando eres estudiante y llegas con muy pocos recursos económicos y las rentas son muy caras, las opciones que te quedan es vivir en lugares inseguros en las periferias de la ciudad, alejados de la universidad o del trabajo, de ahí se vienen una serie de violencias”.
El artículo 11 de la Constitución Política de la Ciudad de México ampara a los grupos de atención prioritaria (mujeres, infancias, jóvenes, personas adultas mayores, personas con discapacidad, integrantes de la comunidad LGBTIQ+, afrodescendientes e indígenas, entre otrxs).
El texto constitucional indica a la letra que la capital “garantizará la atención prioritaria para el pleno ejercicio de los derechos de las personas que debido a la desigualdad estructural enfrentan discriminación, exclusión, maltrato, abuso, violencia…”. Sin embargo, esto aún está lejos de volverse realidad al menos para las y los jóvenes indígenas que deciden migrar a la CDMX por alguna razón.
- 28% de la población indígena de 12 años y más declara haber sido discriminada, según la ENADIS 2022
- 31% de lxs indígenas y casi el 20% de lxs jóvenes han sido discriminados en su fuente de empleo
- El racismo es el odio, rechazo o exclusión de una persona por su raza, color de piel, origen étnico o su lengua, que le impide el goce de sus derechos humanos, indica el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la CDMX