Foto: Carlos Acuña 

Sindicato de Costureras 19 de septiembre

Por: Redacción
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Sindicalistas y sobrevivientes, las costureras del 19 de septiembre han recibido las escrituras de los predios que han resguardado por casi 40 años

Por Carlos Acuña 

Cada día bordaban de nuevo una a una cada letra. Noche a noche destejían todo para empezar otra vez por la mañana: era 1986 y ellas –todas mujeres, todas obreras– permanecían instaladas en plantón en el Zócalo del entonces todavía Distrito Federal: santa capital de los temblores.

“Exigimos solución: Sindicato de Costureras 19 de septiembre”. Algo así decían las letras que bordaban y desbordaban frente a Palacio de Gobierno. “Nos iremos de aquí cuando terminemos de bordar nuestro mensaje”, decían.

Casi 40 años después, Rosa María Hernández, una de esas Penélopes sindicalistas repite así la historia:

“Trabajábamos en Maquilas Eguren: en uno de sus talleres clandestinos de la colonia Viaducto. El edificio era un restaurante que convirtieron en centro de trabajo. Tenía dos niveles, nosotras estábamos en el segundo. No tenían permiso para guardar allí telas, maquinarias y a todas nosotras. El día del sismo no nos dejaron salir: nos quedamos encerradas”.

Por eso se plantaron en el Zócalo y se dedicaron por meses a bordar una y otra vez la misma consigna. No era posible seguir trabajando dentro de edificios que cualquier día se vendrían abajo, sin seguridad social, a veces sin contrato o escupiendo sangre de tanto respirar polvo mezclado con micro-partículas de algodón, con la espalda molida de tanto andar encorvadas sobre la máquina, pinchándose los dedos con la aguja.

El gobierno reconoció sólo mil 600. Ellas insisten en que el número de costureras que quedaron bajo los escombros de los edificios, aplastadas por la maquinaria o bajo toneladas de tela fue mucho más alto. Además, 40 mil se quedaron sin trabajo porque los talleres se declararon en quiebra después del terremoto nomás para no liquidarlas o porque los patrones las despidieron.

Los comités de damnificados de toda la ciudad se preparan ya para reunirse en el Multifamiliar Tlalpan, en Chimalpopoca, en la Plaza de la Solidaridad donde se cayó el Hotel Regis, en Tlatelolco. Es como si fuera el cumpleaños de esa otra ciudad, la que se las arregló para renacer de sus escombros dos veces.

También en San Antonio Abad algo se agita: este año, las costureras traen buenas noticias.

39 años después, otra victoria

Por este edificio han pasado todxs: lxs maestros de la Prepa Popular, lxs huelguistas que fundaron la Cooperativa Pascual Boing, lxs chavxs punks de las Bandas Unidas de Neza, lxs despedidos de Mexicana de Aviación, grupos feministas por montones. A todxs se les abrió las puertas para que hicieran sus asambleas o eventos para recaudar fondos, incluso para que pernoctaran los colectivos que llegaban desde otros estados.

Se trata del número 160, calle Manuel José Othón, colonia Obrera. Sede de lo que alguna vez fue el Sindicato Nacional de Trabajadoras de la Industria de la Costura, Confección, Vestido, Similares y Conexos 19 de Septiembre. Surgido después del terremoto, fue el primer sindicato del país integrado por una mayoría aplastante de mujeres. En sus primeros años llegó a aglutinar a más de 8 mil costureras de 40 fábricas distintas.

Durante años las costureras ocuparon este predio en plantón hasta que el gobierno de la capital adquirió el terreno y les cedió en préstamo 400 metros. Hoy el inmueble podría pasar inadvertido de no ser por la estatua de bronce de una costurera en un costado.

Nos recibe Gloria Juan Diego: una chaparrita sexagenaria a quien no le empacha contar cómo le plantó cara lo mismo a patrones abusivos que a las propias dirigentes del sindicato o abogadxs chambonxs que terminaban vendiendo los movimientos.

“Antes del 85, nosotras ya estábamos organizadas. Yo trabajé en Levis y fui despedida. Por años peleé mi liquidación, yo y otras 15 compañeras. Ganamos. Y en ese proceso conocí gente: organizaciones de mujeres y de lucha obrera. Era en el 82, imagínate. Hacíamos todo a escondidas porque te corrían. El sismo lo que hizo fue sacarnos a la luz”.

La lucha de las costureras nutrió a cientos de organizaciones del país y la ciudad. “Por aquí pasaron todos”, insiste Gloria. Incluso los que hoy están en gobierno. Inti Muñoz, el actual titular de la Secretaría de la Vivienda se paseó por los plantones de costureras desde que tenía ocho años: sus padres ayudaban a imprimir el periódico de La Puntada.

“La misma Clara Brugada, con el CONAMUP y la UPREZ: éramos organizaciones hermanas. Ella es heredera de la lucha del 85. Sabe lo que es pelear en términos de vivienda, de lucha obrera, de mujeres trabajadoras. Ojalá no nos desilusione…”.

Por lo pronto, este 2024, las organizaciones que sobreviven el Histórico Sindicato 19 de septiembre recibieron de manos de Martí Batres las escrituras del predio que ocupan desde hace años.  Hace poco más de un mes se les otorgó también las escrituras del Auditorio Benita Galeana, ubicado en la misma cuadra. “Es un acto de justicia”, dice Gloria.

Hay quien todavía recuerda que las costureras fueron quienes ayudaron a zurcir los pedazos de esta ciudad rota. Hoy, tantos años después, ella quieren seguir bordando, puntada a puntada, la red colectiva sobre la que descansa esta ciudad.

+Datos

  • Al menos 1,600 costureras murieron en el terremoto de 1985

  • Más de 800 talleres se derrumbaron por el terremoto

Frase

“La historia de las costureras es la de muchas otras organizaciones que nos sostuvieron. Por eso queremos abrirlo de nuevo: que vengan las nuevas generaciones a aprender a organizarse”

  • Gloria Juan Diego, presidenta de la Asociación Civil Costureras 19 de septiembre