UMARIO INTERIORES
Empresarios del amaranto en la CDMX piden más apoyo al gobierno para la promoción de sus productos frente a las empresas transnacionales de comida chatarra
Por Juana García
“Nos hace falta que el gobierno y las instituciones públicas nos ayuden a difundir y promover el amaranto”, dice Enrique Cortes Molotla desde su local ubicado en Tulyehualco, en la alcaldía de Xochimilco.
Cuenta que comenzó a trabajar desde los 10 años y ya lleva 58 elaborando productos que tienen como ingrediente principal este cereal. Su pequeña tienda está repleta de aperitivos: bombones cubiertos de chocolate, galletas, barras, obleas, tartas, cereal, harina, churritos, cuadritos, palomitas, granola, enjambre… todo hecho a base de amaranto.
“Cuando se introdujo el amaranto en el mercado, sólo se pensó en las barritas y ahí se quedó, pero la verdad es que tenemos una diversidad que además de todo es sana, porque está hecha a base del amaranto, sin conservadores”, explica el empresario que emplea a 14 personas de manera directa en su negocio y a otras 90 de manera indirecta.
Al igual que muchas familias en Tulyehualco, don Enrique y sus hijos pudieron concluir sus estudios académicos por el negocio del amaranto. Y aunque él es informático, el dinero de su jubilación lo usó para crecer su negocio familiar a una empresa industrial. “Somos una empresa industrial, pero con un proceso artesanal y natural, que no maneja conservadores, ni colorantes, ningún proceso químico que afecte el origen natural de nuestros productos”, añade.
Este negocio tiene ocho líneas de proceso, entre ellas, el amaranto reventado, barras de amaranto con miel, barras de amaranto con chocolate, granola de amaranto y la panificación. También se están integrando productos a base de cereales cien por ciento veganos. “Estamos tratando de disminuir lo más rápido el gluten, para personas intolerantes a ese ingrediente”.
De acuerdo con el cierre agrícola del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) 2023, la Ciudad de México es el cuarto productor de amaranto a nivel nacional con 132 toneladas, sólo por debajo del Estado de México, Tlaxcala y Puebla. Oaxaca y Morelos también figuran como productores, aunque en menor cantidad.
En las alcaldías Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta se pueden localizar fácilmente cooperativas, colectivas, emprendedorxs, pequeñas y medianas empresas, donde la mayoría de las familias se dedica a la transformación del cereal. Cuando se habla de los pueblos originarios de la CDMX, también se habla de semillas como el amaranto.
Sin embargo, debido a la falta de apoyo a lxs productorxs, empresarixs y vendedorxs, los productos derivados de esta semilla no tienen el mismo valor ni impacto frente a los productos chatarra y ultraprocesados de las empresas trasnacionales.
“Como sea estamos sosteniendo nuestra empresa cuyo único objetivo es ofrecer productos sin conservadores, pero nos hace falta que se promuevan nuestros productos de manera oficial y no ha pasado. Que los transformadores de amaranto tuviésemos el apoyo del gobierno con campañas de promoción de las distintas formas de transformación del amaranto”, insiste Enrique.
Aunque existe la iniciativa “Un País, Un Producto”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para promover los productos agrícolas con potencial global, fortaleciendo la cadena de valor y mejorando su visibilidad en mercados internacionales, en México sólo considera el dulce “alegría” y no el resto de los productos igual de saludables elaborados a base de amaranto.
Una opción a la comida chatarra
El amaranto es un cultivo altamente adaptable que prospera en diversas condiciones climáticas y tipos de suelo, soportando temperaturas de entre 15°C y 30°C y prefiriendo climas cálidos y soleados. También es resistente a sequías.
Las barras de amaranto comenzaron su apogeo cuando el astronauta mexicano Rodolfo Neri Vela participó en la misión de la NASA STS-61-B en 1985, y llevó al transbordador espacial Atlantis semillas de amaranto y utilizó el laboratorio de a bordo para cultivar la planta durante la misión. Sin embargo, en México no se les ha dado tanto valor.
Enrique Cortes señala que, a diferencia de las grandes empresas trasnacionales, lxs empresarixs locales del amaranto no tienen el mismo apoyo del Estado. Mientras las grandes compañías tienen facilidades de créditos y suficiente dinero para pagar publicidad, ellxs apenas se sostienen.
“Cuando el gobierno habla de dejar de consumir el alimento chatarra, no vemos que en realidad lo haga, porque no hay espacio para que nosotros podamos ingresar nuestros productos, tampoco hay un plan de coordinación en el que podamos apoyarnos. Todos nuestros productos son de un proceso artesanal, porque también nos interesa la salud de las familias que, al igual que nosotros, consumen el amaranto”, expone el empresario de Xochimilco.
Este cereal representa una gran fuente de proteínas, minerales, ácido fólico, niacina, calcio, hierro, fósforo y vitaminas A, B, C, B1, B2 y B3. Además, es uno de los alimentos con presencia de aminoácidos como la lisina, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER).
“La cantidad de proteína de la semilla es mayor que la de los cereales, pues contiene el doble de proteína que el maíz y el arroz, y de 60% a 80% más que el trigo. El amaranto se puede utilizar integralmente como un recurso para proporcionar a la población los requerimientos proteicos y de calorías”, señala la dependencia.
- 132 toneladas de amaranto produjo la CDMX en 2023, principalmente en Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta
- Dos veces más proteína contiene el amaranto respecto de otros cereales como el maíz y el arroz
- El amaranto es una planta milenaria que, gracias a su importancia cultural, alimenticia e histórica, fue reconocida en el año 2016 como Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México