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UNAM busca ampliar red para detectar temblores

Por: Redacción

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Michoacán, que fue el epicentro del terremoto de 1985, apenas cuenta con tres observatorios para medir intensidad sísmica

Por Saúl Hernández

México es un país acostumbrado a los temblores, y ni qué decir en la capital, donde son imborrables los hechos que ocurrieron en 1985 y, más recientemente, en 2017. Y aunque tenemxs una larga experiencia con los sismos, no todas las regiones del país están preparadas como la Ciudad de México para hacer frente a fenómenos de esta naturaleza.

No me refiero sólo a la cultura de protección civil que ya traemos en el ADN chilango (simulacros de sismo, el famoso “no corro, no grito, no empujo” o las zonas a las que debemos replegarnos tan pronto resuena el estresante sonido de la alerta sísmica por toda la ciudad), sino también a la parte tecnológica.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierte que existen regiones del país que no cuentan con sistemas de alertamiento sísmico y por tanto no están preparadas para responder ante un eventual terremoto de magnitud considerable. Es por ello que ha solicitado a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) la aprobación de un proyecto de 209 millones de pesos para reforzar y actualizar la Red Sísmica Mexicana.

“La principal problemática, pese a la amplia red de monitoreo sismológico que posee el SSN [Servicio Sismológico Nacional], se encuentra en la deficiente cobertura en zonas específicas como lo es el norte, centro – norte, sur y sureste de la República…

“Una red de monitoreo insuficiente puede llevar a una respuesta menos eficiente en situaciones de emergencia con consecuencias fatales, ya que la falta de datos precisos y oportunos puede dificultar las operaciones de rescate y asistencia después de ocurrido un terremoto”, se lee en la ficha técnica del proyecto de inversión consultada por + Chilango.

El documento, firmado en abril pasado por José Luis Macías, director del Instituto de Geofísica de la UNAM, agrega que México se encuentra en el marco de la interacción de cinco placas tectónicas: Pacífico, Norteamérica, Rivera, Cocos y Caribe. Esto lo hace un país con un alto índice de sismicidad.

Y aunque el mayor número de sismos que se registran tienen su origen en el contacto de estas placas en el Golfo de California y en la costa del Pacífico, “su interacción, esfuerzos corticales y otros fenómenos también producen sismicidad importante en el interior y resto del país”.

Pone por ejemplo la existencia de enjambres sísmicos relevantes en estados norteños como Chihuahua y Nuevo León, que aunque tienden a ser de magnitudes pequeñas, “su exposición a infraestructura de gran relevancia, como lo son presas, representa un riesgo que no se puede ignorar”.

La red sísmica actualmente se conforma de una estación central, un centro alterno de monitoreo, 85 estaciones acelerográficas y 61 observatorios sismológicos estándares. Para aumentar la cobertura en el norte y centro-sur del país, la UNAM requiere llegar a 105 estaciones acelerográficas y 99 observatorios sismológicos, que sirven para detectar y caracterizar la sismicidad de cada región.

Destaca el caso de Michoacán, que aunque fue el epicentro del sismo de 1985 y es uno de los estados con mayor actividad sísmica, apenas cuenta con tres observatorios sismológicos, “por lo que es imperante mejorar la cobertura en él”.

La máxima casa de estudios alerta que de no ampliarse la Red Sísmica Mexicana habría consecuencias negativas como la detección incompleta de sismos; una preparación y respuesta ineficientes ante un movimiento telúrico de magnitud intensa, lo que aumentaría el riesgo de daños y pérdidas humanas, y limitaciones en la investigación científica especializada al no tener equipos ni datos exhaustivos.

Ante una gestión inadecuada del riesgo sísmico los desastres también tendrían impactos económicos y sociales más severos, las normas de construcción serían obsoletas y la planificación para el aseguramiento de infraestructura crítica y viviendas sería ineficaz.