Fotografía: Shutterstock
Al jefe lo criticamos todo el tiempo. Le exigimos que aprenda, que no explote, que no compare, que no critique, que sea casi un santo (y aunque lo fuera, lo criticaríamos)
Hace muchos años, en una galaxia muy lejana, un jefe nuevo fue presentado al equipo. El pobre no sabía lo que le esperaba: un equipo tóxico.
Los siguientes días, meses y años que estuvo al frente de este equipo, este jefe fue testigo de muchas situaciones que hasta la fecha (según confiesa) le parecen incomprensibles. Les comparto dos escenas de muestra.
Escena uno. Cuando este jefe llegó, lo primero que notó es que una de las coordinadoras ganaba una tercera parte de lo que ganaba un coordinador con sus mismas funciones y responsabilidades. Eso estaba mal y durante el siguiente año, promovió en la Dirección General y en Recursos Humanos tres aumentos de sueldo para ella hasta que casi homologó ambos sueldos.
Durante los siguientes días, meses y años, esta coordinadora nunca dejó de quejarse por todo: de los sueldos de los demás, de los permisos y descansos de sus compañeros, de si alguien llegaba tarde o se iba temprano y, sobre todo, se quejaba del jefe que no la valoraba ni apoyaba.
Escena dos. El jefe se sorprendió desde el primer contacto con la encargada de marketing. Lo recibió con un beso y un abrazo efusivos. “Cuentas conmigo como aliada en todo, jefe”, le dijo. Parecía un ángel de bondad y responsabilidad.
Los siguientes días, meses y años la encargada de marketing se dedicó a intrigar, meter chismes y denostar al jefe con todo el resto del equipo. Además, cuando ninguno de los jefes la veía, mostraba su verdadera cara con sus compañeros. Incluso con los que se decían sus amigos: era grosera, les gritaba, los denigraba.
Las dos escenas descritas hablan de personas que eran talentosas y con capacidades de alto desempeño pero, como dice Simon Sinek, a estos colaboradores les faltaba confianza en sí mismos, son incapaces de confiar en los demás y, por lo tanto, nadie puede confiar en ellos. Por eso se volvieron tóxicos para el resto del equipo.
¿De la Gran Renuncia al Gran Arrepentimiento?
Los empleados en todo el mundo siguen renunciando a su trabajo en números récord. Pero para muchos de los que abandonaron su trabajo, su cambio no se tradujo en una mejor experiencia.
Cuatro de cada 10 personas (43%) que renunciaron a su trabajo durante la pandemia ya admiten que estaban mejor en su antiguo empleo, según una encuesta realizada en seis países (México, Estados Unidos, Reino Unido, Países Bajos, Francia y Alemania) a casi 4,000 personas por UKG, proveedor líder de soluciones de administración de recursos humanos, que examinó el sentimiento de los colaboradores durante la llamada Gran Renuncia.
De los encuestados, 41% siente que renunció demasiado rápido, menos de la mitad de los que renunciaron se fueron por un aumento de sueldo y casi 1 de cada 5 personas ya han regresado al trabajo que dejaron.
En esta época se habla hasta el cansancio de los jefes tóxicos, de lo que tienen qué hacer, de cómo combatirlos…, pero poco se habla de los equipos tóxicos y de lo difícil que es para cualquier líder trabajar y lograr resultados con colaboradores que no han crecido como seres humanos integrales.
¿Te ha tocado trabajar en equipos tóxicos? ¿Qué soluciones encontraron para mejorar? Mi amigo, el jefe de esta historia, decidió mejor renunciar.
Texto por Genaro Mejía
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