Con una vara sobre los hombros y una cubeta con 30 litros de boza (una bebida fermentada que se consume en Turquía y en otros países de Europa del Este) en cada extremo, Mevlut Karata recorre las calles de Estambul durante la noche. En su casa, su mujer y sus dos hijas esperan. Y eso parece ser lo único que hace que todo valga la pena.
Cada día lo mismo: gritar en medio de la oscuridad esperando que alguien responda. Las calles vacías, los perros ladrando, las ventanas encendidas, el miedo acechando. Todo para ganar un poco de dinero, lo suficiente para seguir subsistiendo mientras los otros consiguen construir algo. Y siempre con la sensación de que la vida se tiene que tratar de algo más.
En Una sensación extraña Orhan Pamuk recurre a varias voces para hablar sobre las convenciones sociales que nos rigen: estudiar para después conseguir un trabajo que nos ayude a ganar cada vez más dinero, conquistar una pareja para no estar solo, defender una religión o una postura política para sostenerse de algo, tener al menos uno o dos hijos… El problema es que a veces nada de eso es suficiente.
Pero la novela más reciente del ganador del Premio Nobel de Literatura en 2006 es más que una historia de amor, miedo y otros sentimientos. Se trata también de un recorrido de casi medio siglo a través de la historia de Estambul (1969 a 2012). Desde la provincia, la ciudad aparece como una gran promesa, un sueño inalcanzable, el lugar donde toda fantasía se vuelve realidad. Y desde dentro, aparece, en ocasiones, como un gigante de concreto que aplasta las esperanzas de sus habitantes.
Una sensación extraña
Orhan Pamuk.
Literatura Random House. México, 2015. $349.
