Muchas víctimas de la delincuencia padecen estrés postraumático, condición que hay que tratar
para revertir el daño emocional
ARTE: MICHEL LARIS
Dos días después del shock, Laura pensó que todo había pasado. Por fin estaría en paz. Pero entonces su humor y energía cambiaron. “Todo el tiempo tenía miedo, pensaba que me volvería a suceder”, dice. Y es que dos días antes, un par de sujetos armados entraron a su casa y, a punta de insultos y empujones, la encerraron en un cuarto y luego se llevaron todo. “Los ruidos duraron 15 minutos, pero yo salí hasta dos horas después. No sabía qué hacer”, dice.
Hasta marzo de 2017, en la CDMX ocurrían 260 robos al día, la cifra más alta en los últimos cinco años. Y si a eso se le suma el dato del Inegi que señala que 93.7% de los delitos no son denunciados, la sensación de inseguridad se multiplica.
Cuauhtémoc y Benito Juárez son las delegaciones con un índice delictivo creciente, de acuerdo con el informe semestral del Observatorio Nacional Ciudadano, al encabezar la incidencia en siete de los 10 delitos de alto impacto, es decir, robo con violencia.
Dos días se demoró Laura —quien pidió usar ese nombre— en mostrar una reacción. Al principio se sentía perdida y desconfiada. “Ni siquiera se lo conté a nadie hasta que empecé con el insomnio, sudor frío y un estrés que no podía controlar”.
Sin saberlo, la mujer de 28 años estaba pasando por un episodio de estrés postraumático, “una respuesta natural ante una situación inesperada. Una vez que pasa el estado de shock, se presenta un desorden socio-organizativo, que es cuando algo no funciona bien en la sociedad —en este caso, la delincuencia y la desconfianza en autoridades— y provoca que parezca que no haya entornos seguros”, explica Jorge Álvarez, jefe del programa de Intervención en Crisis de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Pesadillas, problemas gastrointestinales, dolores de cabeza, taquicardias, temor, sobresaltos, agresividad y angustia son otros síntomas de este tipo de estrés.
En la CDMX no hay cifras que detallen cuántos padecimientos mentales se originaron por un hecho violento, sin embargo, la Secretaría de Salud local estima que el 15% de la población tiene un problema de esta índole y un millón 337 mil capitalinos están en riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad, crisis de angustia, estrés, depresión, aislamiento y fobias sociales.
Un día cualquiera y violento
“Bájate del carro, ya te chingaste” es la frase que rondó la mente de Marco durante meses. Fueron las palabras que su agresor le gritaba porque se bloqueó cuando lo estaban asaltando en el Viaducto.
“Te juro que no entendí qué estaba pasando en ese momento”, dice Marco, quien pidió cambiar su nombre. “Vi que se acercaron dos, uno de cada lado, y algo me decían. Se veían acelerados, pero como tenía la música, no les entendí”.
Bajó su ventanilla y sintió un líquido caliente en la cara, seguido de un mareo, y entonces escuchó la frase. El ladrón lo había golpeado con la cacha del arma que después sentiría en su costado cuando los asaltantes lo pasaron al asiento de atrás.
“Dijeron que había sido porque me tardé en reaccionar. Querían mi celular y la cartera, pero como no se los di rápido, me hicieron pasar por un secuestro exprés. En dos horas me sacaron 10 mil pesos y me quitaron la tranquilidad”, cuenta.
El temor por repetir lo vivido había impedido que Marco regresara al trabajo. Se quedó en cama, encerrado. Esas “conductas antisociales” lo conducían a la depresión y entonces pidió ayuda.
“Muchos creen que dejar pasar los hechos críticos es una forma de hacerlos desaparecer, pero esa no es la solución. Siempre quedan secuelas, síntomas físicos y el cuerpo constantemente responderá a estímulos que evoquen el episodio”, cuenta Jorge Álvarez, especialista en crisis.
Se vale pedir ayuda
Las personas afectadas por un evento traumático de violencia, pueden reaccionar intempestivamente al escuchar gritos o cuetes, narraciones de conocidos que fueron asaltados, al ver noticieros, ante problemas de pareja o familiares e incluso dificultades en la escuela o en el trabajo. Todo afecta la calidad de vida.
“Por eso, una recomendación básica es hablar del hecho cuantas veces sea posible, aunque evidentemente no sea algo que quieras recordar. Platicarlo es una manera de liberar el temor y recurrir a un especialista, ya sea de manera presencial, telefónica o por internet, si es que no quieres interactuar. Te va a hacer la vida más llevadera a pesar de estar en un entorno social con constantes estímulos, muchos de ellos violentos, y en donde las autoridades ya no son confiables”, dice el especialista.
Hay tres alternativas que te dan soluciones ante una crisis después de un hecho violento: la Sociedad Mexicana de Psicología cuenta con especialistas en eventos de estrés postraumáticos, que con una llamada pueden canalizarte dependiendo lo que necesites. Otra opción son los Centros de Salud de la CDMX, los cuales ofrecen consultas presenciales para estos casos. Pero si necesitas apoyo inmediato, en el call center de Atención Psicológica de la UNAM, también te pueden asesorar para controlar una crisis en tiempo real.
En cifras:
- 73% de los delitos son robos a transporte público y en las calles, según datos del Inegi.
- 1,483 pesos al año gasta cada capitalino, en promedio, en medidas de seguridad.
- 1.3 millones de capitalinos podrían padecer estrés postraumático.