Fotografía: cortesía.
El futuro de la abogacía en México es incierto y Garza Onofre plantea un puñado de críticas y certeras reflexiones para entender los fenómenos que ocurren con esta profesión, desde un punto de vista tangible y presente
Hoy miércoles se celebra el Día del Abogado. Juan Jesús “Tito” Garza Onofre es uno de esos abogados que reflexiona ardua y fuertemente sobre esta vocación y plantea varias cuestiones a considerar sobre el futuro de la abogacía en México.
Incluso, él mismo comenta que, a su parecer, en este día no hay nada que celebrar, sino por el contrario, hay muchísimo que reflexionar al respecto desde la crítica y la motivación por tener un panorama sobre qué es lo que le espera a la abogacía en años venideros.
Argumenta que, al iniciar la carrera, por lo general ocurre una situación muy idílica con los estudiantes donde “entran creyendo en la justicia y salen creyendo en el derecho”, es decir, en “la Ley” a secas, y se olvidan de perseguir esos ideales que se esconden propiamente detrás del derecho.
Derecho y tecnologías
Al ser cuestionado respecto a los cambios y transformaciones que podrían suceder con la inserción de nuevos sistemas y tecnologías en la rama jurídica (como la Inteligencia Artificial, tan en boga) Garza Onofre advierte que, al estar sucediendo tan en tiempo real, todavía hay muy poco margen de acción. Comenta que existe una paradoja en donde una profesión que aspira a regular la vida social, todavía no ha podido regular ella misma la creación de algún documento normativo a través de una inteligencia artificial.
Y en ese sentido, parecería que hay un componente técnico en la profesión que está bastante arraigado en una necesidad de monopolizar el conocimiento. Por lo tanto, cree que eso es lo que va a mermar la capacidad de tener ese monopolio de la profesión con el surgimiento de inteligencias artificiales u otro tipo de tecnologías.
El rumbo del Derecho
Garza asegura que históricamente el derecho es enseñado sólo a partir del conocimiento sobre qué es lo que dice la ley. Y cuestiona “¿de qué sirve aprenderte la Constitución si ella misma se cambia constantemente, y más en estos días? Desde los últimos sexenios ha ocurrido un boom de reformas constitucionales. ¿De qué sirve entender la noción de matrimonio si al final del día lo que entendemos por “matrimonio”, según el Código Civil, va a cambiar por completo? ¿Entonces, más allá del conocimiento, el Derecho tiene futuro? El gremio debe saber sobre valores, debe poseer habilidades que no pareciera que pertenecen al gremio, como trabajar en equipo; tener la capacidad de traducir algo jurídico al terreno social; tener la capacidad de argumentar; la capacidad de interpretar; la capacidad de escribir”.
“No estudies Derecho”
En su libro, el autor menciona que “transformar el futuro es fácil cuando no se habla del presente”. Expone que algunos de los principales problemas en torno a la formación de abogados es el gran número de escuelas de Derecho y la falta de alicientes intelectuales en el estudio de esta disciplina; el conservadurismo en la profesión; la mala fama que caracteriza a los abogados; la uniformidad y la estética dentro de la profesión relacionada con el uso de trajes y togas; las profundas problemáticas en torno al machismo y el clasismo; el complejo lenguaje con que se expresan los abogados; la insatisfacción e infelicidad en el gremio; y lo complejo que ha sido adaptar los cambios técnicos y tecnológicos a las dinámicas de quienes aplican el Derecho.
ALGUNAS PROPUESTAS
A lo largo de siete capítulos, se despliegan múltiples ideas para poder construir otro tipo de profesionista, ideas que transitan por dejar de memorizar leyes para comprender la complejidad del Derecho y elevar la calidad en la formación jurídica; la importancia de romper esquemas y abrazar causas sociales en la profesión; la inclusión de ciertos ideales para los abogados; el derecho a que todas las personas entiendan el Derecho; el cuidado de la salud mental de quienes ejercen la abogacía; y la necesidad de resaltar el componente humano en la profesión frente a los cambios tecnológicos.
Garza Onofre declara que es fundamental pensar en cuál es el rol de las personas que ejercen la abogacía en nuestros contextos, y en la forma en que las futuras generaciones pueden ayudar a resolver los problemas sociales.
El objetivo de este libro no es otro que aprender a vivir el Derecho de manera creativa, arriesgada e imaginativa, haciendo conciencia de sus alcances y limitaciones para poder construir mejores sociedades.
Y finaliza “necesitamos abogados que se comporten igual que los demás miembros de la sociedad, que traten a las personas en un sentido de igualdad, pues impulsar el proceso de democratización social inevitablemente tendrá como consecuencia mejores entornos políticos”.
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