De todos los recuentos que verás por el final de 2017, hay uno del que podemos sentirnos orgullosos. El recuento de exposiciones que disfrutamos en la Ciudad de México siempre deja un buen sabor de boca.
Pero ojo, que no es lo mismo celebrar los esfuerzos de creadores, curadores, museógrafos, historiadores, mecenas y una larga lista de activos y comprometidos amantes del arte, que los logros desde el ámbito gubernamental, donde la cultura parece no tener un espacio interesante en la agenda de mandatarios francamente ignorantes del quehacer artístico.
La dirección institucional ha sido polémica, con nuestra secretaria de Cultura rompiéndose la voz cantando “Soldado del amor” en la polémica renta del Palacio de Bellas Artes —para muchos la prostitución de nuestro máximo recinto cultural—. No criticamos que Maraki sea fan de Mijares, pero sí que no le eche el mismo ímpetu de la cantada a defender los cada vez más raquíticos presupuestos para la cultura.
Pero esta columna no era para ponernos de malas, sino todo lo contrario; así que he aquí algunas de las exposiciones que nos hicieron sentir privilegiados por vivir en una ciudad que cobija las mejores muestras del mundo. Regresaron a casa los Remedios Varo, con “Apuntes y anécdotas”, recorrimos el mundo de Stanley Kubrick, nos sentimos tristes con “Melancolía”, fuimos testigos de un duelo de gigantes con “Picasso y Rivera”, conocimos la historia de la grana cochinilla —y nos metimos hasta “La recámara de Van Gogh”—, reflexionamos con el Oroxxo, nos fascinamos con la tecnología de Björk, Carne y arena y Filux, caímos rendidos ante el azul profundo de Yves Klein y disfrutamos de 15 minutos de Andy Warhol con “Estrella oscura”; finalmente, celebramos la Navidad junto a Jack Skellington con la expo de Tim Burton.
2018 ya se anuncia fuerte con la llegada de Arte 10, por ejemplo, y ya morimos por presenciar el Caravaggio que el Munal nos anticipó que recibirán en marzo. La CDMX no nos puede prometer menos tráfico para el próximo año, pero sí buen arte.
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