Los exvotos son pinturas que los católicos ofrecen al santo o virgen de su predilección en agradecimiento por un favor o milagro concedido. Aunque existe este tipo de expresiones en otros países, en México agarraron un estilo único: son muy coloridos —a veces con claras influencias del cómic y la cultura pop—, se elaboran sobre lámina y así retratan un tema crudo y sórdido, la historia suele narrarse en tono ligero y hasta con humor. A veces están hechos por artesanos experimentados a quienes la gente acude con el encargo, otras son obra del “milagreado”, sea un gran dibujante o no. Checa estos exvotos chilangos.
Esta práctica no es de origen chilango ni muy típico de acá, de hecho donde más abundan es en el Bajío. Eso sí: en todo el país, conforme avanzaba el siglo XX, la tradición se fue desvaneciendo. Curiosamente, la vigencia de la costumbre se hizo inversamente proporcional a su fama entre las clases medias y altas aficionadas al arte, tanto en México como en el mundo. Para los años 90, los exvotos estaban de moda.
Y ahí sí fue en la Ciudad de México que se reinventó la usanza. Los exvotos legítimos —generalmente obtenidos de forma ilegal, robados de iglesias pequeñas— escasearon, así que a algunos comerciantes de los mercados de pulgas se les ocurrió hacer los propios. Al principio emulaban los “verdaderos”, pero luego se deschongaron y abordaron temas que enloquecían a los protohipsters del fin de milenio: cultura LGBTTTI, lucha libre, trabajo sexual, asesinatos y hasta coyunturas políticas.
Hoy existe una sobreoferta de neoexvotos, algunos maravillosos, otros medio chafas. Pasado el furor, se estableció como una manifestación más del arte popular mexicano, generalmente para consumo exterior. Por eso no extraña que abunden exvotos de Trump en lugares como La Lagunilla o La Ciudadela.
Mientras tanto, en las iglesias, aún hay creyentes que quieren dejar un regalito a su imagen divina. Ya difícilmente mandan a hacer una elaborada pintura o se toman la molestia de explorar sus dotes en el óleo, pero sí escriben sentidas cartas, dejan fotocopias de sus títulos universitarios o de sus actas de matrimonio, o garabatean exvotos sobre cartón, madera o papel. La antigua Basílica de Guadalupe, en La Villa, o la Basílica de la Virgen de los Remedios, en Naucalpan, son dos de los mejores lugares para ver exvotos legítimos de ayer y hoy.