Leo que en la Feria del Libro de Buenos Aires un booktuber estuvo 10 horas firmando autógrafos, vendió una cantidad inimaginable de ejemplares y opacó las presentaciones de autores como Mario Vargas Llosa. Los jovencitos lloraban de la emoción frente al autor de #ChupaElPerro. En la última Feria del Libro de Guadalajara pasó algo muy parecido al respecto de las publicaciones de nuestra regional farándula de internet, cuyos nombres no capturaré aquí porque no soy tan ocioso. En ambos casos se trata de libros de consejos para los chavos, quienes al parecer adoran los consejos. Tendría que ser yo idiota para descartar tácitamente el trabajo escrito de alguien sólo por su fama en redes sociales. Guardadas las proporciones, me mordería la lengua. No es mentira que las editoriales están priorizando a este tipo de autores, se venden como pan. ¿Son una amenaza para los escritores que aspiramos a formarnos en la fila de ecos que es la literatura?
No. Pitol lo dice padrísimo: “Ha habido libros malditos en toda la historia, libros que encarcelan la inteligencia, la congelan y manchan a la humanidad, pero ellos quedarán vencidos por otros, los generosos y celebratorios a la vida…”.
Arrojo un par de ejemplos: Kafka en traje de baño, de Franco Félix. El paralelo Etíope, de Diego Olavarría es ya desde ahorita el libro del año. Háganse fans de La Biblia vaquera, de Carlos Velázquez, pero no se hagan fans de Carlos Velázquez. Lean el gran Rojo Semidesierto, de Joel Flores. Señor de señores, de Miguel Tapia Alcaraz. Rambler, de Antonio Calera-Grobet. Y Continuum, de Edgar Adrián Mora.
No son libros a la mano, hay que buscarlos. Ahí está el reto. Una buena noticia: ahora mismo se desarrolla la Feria de las Editoriales Independientes en el FCE de la Condesa. Los títulos aquí mencionados ahí van a estar a la venta. Vaya coincidencia.