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En 1968, México fue anfitrión de los Juegos Olímpicos. Gracias a ello se realizaron eventos culturales, y de ahí nació La Ruta de la Amistad, un corredor escultórico de 17 kilómetros que cuenta con 19 esculturas de siete a 26 metros de altura. El proyecto fue encabezado por el arquitecto Mathias Goeritz con el apoyo de Pedro Ramírez Vázquez, quienes convocaron a artistas para crear estas esculturas. Con esto, el arte moderno se quedó en las calles para recordarnos que la ciudad puede ser un museo.