El famoso ilustrador regiomontano Grand Chamaco está de visita en la CDMX para participar en la Global Residency de Pictoline y aprovechamos para platicar con él.
Nacido en Nuevo León, en 1982, el ilustrador digital Grand Chamaco diseñó la imagen de los Premios Ciudad de México y, en la actualidad, trabaja en una serie de logotipos para Nickelodeon.
¿Por qué usas máscara?
Hace unos 10 años, en el mundo del Diseño Gráfico en Monterrey, hubo muchos artistas que actuaban como rockstars tocados por Dios solo por diseñar y hacer ilustraciones. A mí no me interesa la gente que intenta construir un mito alrededor de sí misma. Entonces, empecé a usar la máscara como una manera de no entrar en su juego. Para mí, la persona que está detrás del trabajo no importa, y esa también es mi forma de explicar el trip de la máscara: se trata de no mostrar en primer plano la cara, sino el trabajo.
La intención no es que la gente crea que me escondo o que se trata de un personaje independiente a mí. En realidad, no hay un personaje como tal.
¿Cuáles son tus principales influencias?
Mi infancia me marcó mucho y es un referente innegable. Creo que mis influencias son una mezcla de elementos que me ayudaron a encontrar lo que quería hacer: desde Dragon Ball —yo dibujaba a Gokú en las libretas de la secundaria— hasta las películas de El Piporro, cuya personalidad me parece muy fuerte.
Cuando empecé el proyecto, lo único de lo que estaba seguro era de que quería hacer algo muy mexicano. Más allá de buscar las tendencias europeas —lo cual no creo que esté mal, pero es algo que mucha gente hace—, quería aprovechar lo que tenía a la mano: mis raíces y lo que veía a diario me ayudaron a que todo fuera más sencillo.
Para encontrar un estilo propio, en mis primeras ilustraciones tomé como base la anatomía del frijol: los ojos, las narices y las bocas tenían dicha forma. También me interesa que la influencia de la cultura norestense sea visible en mi trabajo. José Guadalupe Posada y Ernesto García “El Chango” Cabral —quien tiene un estilo muy particular— son dos artistas que me marcaron mucho. Entre los nombres actuales, me vienen a la mente, de inmediato, Quique Ollervides y Javier Ramírez “El Cha”. El trabajo de ambos me llama mucho la atención. También me gusta Pachiclón.
¿Cómo fueron tus inicios?
Empecé a ser conocido muy rápido gracias al proyecto Se dibujan tuits. Después fui invitado a un proyecto de Sprite en YouTube, y ese video fue pautado en un Mundial cuando jugó la selección mexicana. Así fue como mucha gente empezó a ubicarme en la ciudad.
Al principio, yo trabajaba mucho en 2D e ilustración vectorial. Sin embargo, en lo tridimensional encontré una forma de seguir escalando y dar a conocer mi trabajo en todo el mundo, puesto que en México no hay muchos ilustradores en 3D. Entonces, me metí a tutoriales y aprendí muy rápido.
¿Hay algún mensaje en particular que busques transmitir con tu trabajo?
En realidad, no quiero profundizar mucho porque siento que eso me lleva a no hacer las cosas. Mis reglas son: trabaja rápido, no tardes más de un día, haz algo que tenga humor y sea bonito. Mi único mensaje es el “buenpedismo”, no tengo la pretensión de cambiar al mundo con mi trabajo.
¿Por qué, en varias ocasiones, trastocas a ciertos personajes populares?
En particular, desde hace tiempo tengo un trip con las imágenes religiosas. Tal vez algún día lo lleve a cabo. Cuando veo a las vírgenes, por ejemplo, pienso que no es necesario que tengan esa apariencia para quererlas. Hay que pensar, por ejemplo, en las imágenes de Cristo ante las que se persigna un tío e imaginar que tuvieran mi estilo, ¿por qué no podría ser así?, ¿por qué las cosas tienen que ser de una forma y no de otra completamente distinta?
Es importante aclarar que no estoy sugiriendo que la gente se hinque ante una de mis ilustraciones. Más bien, mi trabajo es bienintencionado. A veces, algunos dibujan figuras religiosas para subirse a un tren de polémica. Yo no; yo creo que esa cultura está chida y quiero que se siga viendo así.
¿Por qué dibujaste a Trump?
Yo no quería. En ese entonces, pensaba que dibujarlo era una forma de cumplir con aquel dicho de “Hacerle caso a un pendejo es engrandecerlo”. ¿Por qué habría yo de hacer algo que en cierta medida lo favorecería? Sin embargo, Trump me pareció tan poco inteligente que no pude evitarlo.
Aunque la mayoría de mis personajes se ven muy parecidos entre sí, todos son distintos. Me cuesta trabajo pasar mucho tiempo metido en la misma cosa.
¿Cómo es tu estudio?
No hay nada pretencioso detrás: mi estudio es mi casa, tengo dos computadoras, una televisión y un PlayStation. Hay muchos objetos amontonados.
Procuro trabajar en la noche, no más de dos o tres horas. Cuando me llega algún trabajo remunerado, procuro que pueda resolverse rápido y que no esté tan quemado en tiempo. No me gusta saturarme y no acepto todas las invitaciones que me llegan.
Con toque mexicano
Algunas de las influencias del Grand Chamaco son íconos de la cultura mexicana, como “El Chango” Cabral, José Guadalupe Posada y El Piporro.