Siempre habrá buenas ideas. Siempre alguien piensa que tiene la idea del siglo, sobre todo cuando uno tiene un restaurante. Pero ¿quién en su sano juicio quisiera mejorar la idea de una hamburguesa? Pues hay unos valientes que se animan a intentarlo.
Así, caí a un burger joint nuevo en la colonia del Valle: LumbeerJack Stuffed Burgers, que se describen como las únicas en México al estilo leñador. Básicamente, la dinámica es sencilla. Uno escoge el tamaño, el tipo de carne, tres tipos de relleno y un tipo de queso. ¡Ah! Olvidaba que los dos tamaños están envueltos en tocino. Los rellenos van desde pimiento o jitomate, hasta plátano macho o piña con canela. Los quesos son los de siempre. Yo quería algo sencillo, para probar su carne. Al no haber una opción clásica, me fui por una de 200 gramos sin relleno y con queso cheddar. Llegó y de pinta, muy bien. Monumental su gramaje, muy bien su pan propio —buena consistencia y fuerza para aguantar el embate del tamaño con envoltura de tocino—. La porción de queso muy generosa, tanto que alguien en mi Instagram la confundió con un huevo estrellado. La carne derramaba tales ríos de grasa que le deben de haber zumbado los oídos a mi cardiólogo. Todo pintaba muy bien, pero resultó como chiste de Polo Polo. Largo y grandioso setup, para tener un punchline débil. La carne, sin sabor y pastosa. El queso, demasiado. Quizás era mucha, y me cuesta decirlo, grasa para su propio bien. Creo que la variante de la burger rellena está muy sobrevalorada en este país. Una buena burger debe ser simple. En fin. Pasó sin pena ni gloria.
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