Fotografía: GQ/Muy Interesante
En las últimas semanas vi la serie The Bear y la película The Menu. Ambas están en Star + y ofrecen una mirada crítica a una industria que tiene tantos claroscuros como la vida misma: entornos violentos, machistas, desigualdades, explotación laboral, adicciones, corrupción, enfermedades mentales y lucha de egos.
Hay que decirlo, también tiene lo opuesto: hermandad, creatividad y la posibilidad de lograr que la gente goce a través de los sentidos, de que la comensalidad se siga celebrando, que haya cambios y exploraciones alrededor de los sabores.
Aunque es innegable: estos atributos se tienden a romantizar mediáticamente. Además, establecen un discurso que pugna por la idealización y de que es la fama y solo eso a lo que se aspira llegar como si se buscara el santo grial, como si solo ella llevará a caminos de retribución económica.
Se agradece que no todo contenido relacionado con el mundo culinario tenga implícito un mensaje de idolatría ciega a la figura de quienes comandan una cocina, del chef como figura casi endiosada.
Me parece relevante que estos dos productos audiovisuales (el filme desde el género de la farsa y teatral, la serie desde ejercicios de guión y edición dinámicos) no le entran a la estética preciosista y esperada que enaltece una sola manera de apreciar y jerarquizar lo culinario, porque es más, el que se vea a la comida prístina, casi etérea, de vitrina, es un personaje simbólico por sí mismo.
En ambos se cuestiona lo patriarcal y casi militarizado de los contextos gastronómicos, también lo conceptual que es cierta cocina contemporánea pues, se acerca a lo que Pierre Bourdieu, sociólogo francés, explica con el término de la distinción.
El capital cultural también podría explicarse en este ámbito con lo que nombro aquí de manera no académica sino vivencial como capital organoléptico y a una colección voraz de cuántos lugares puedes y debes visitar (lo que implica capital económico), a qué tanto “puedes comprender” porque “no es para todas las personas” desde sus lógicas, estructuras y funcionamiento.
¿Qué es exageración y qué es realidad? Cada quien aprehendemos y reflexionamos desde lo que hemos vivido alrededor de estos temas. Lo que sí es que se agradece que existan pretextos así para seguir provocando debates alrededor de los discursos relacionados con la industria restaurantera y de cómo eso se introduce en las tantas aristas que la alimentación tiene.
Texto por Por Mariana Castillo Hernández
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