El hijo de mi padre es una puesta en escena con un tema aparentemente inocente, pero es más compleja de lo que parece pues habla de una realidad que pocas veces se aborda por el teatro.
Dirigida, escrita y actuada por Adrián Vázquez, cuenta la historia de una familia de Tijuana que se muda a un lejano barrio poblado únicamente por ocho familias, cuyos hijos se hacen amigos y forman una pandilla pese a que casi ninguno pasa de los 10 años.
La obra es relatada por la versión adulta de Maximino, quien de niño lideró este grupo con el inocente fin de pasar el rato jugando en las calles y haciendo travesuras en el bosque que rodeaba la colonia.
Al pasar del tiempo el pequeño se da cuenta de que él es el único que sabe pelear a puño cerrado contra quien se le ponga en frente, lo que le crea problemas con su padre, un hombre violento, pero también lo convierte en una especie de héroe entre sus amigos.
Vázquez, quien es originario de Tijuana, aseguró que la historia está inspirada en cierta medida en su propia vida, pues creció en un barrio de esta ciudad fronteriza, pese a que no tuvo unos padres violentos ni mucho menos.
El hijo de mi padre es una especie de psicoanálisis dramatizado que busca homenajear a Santiago Ramírez, famoso por esa cita de “infancia es destino”.
Con toques de humor negro y ácido, así como una notable actuación de Vázquez, quien es el único actor sobre el escenario, la obra es una fiel representación de una parte de la sociedad mexicana, solidaria y organizada pero que enaltece la violencia de los varones desde pequeños.
Este proyecto forma parte del ciclo Los motivos del arte, conformado por cuatro obras escritas y actuadas por Adrián Vázquez.
La Teatrería. Tabasco 152, col. Roma. Lunes,
20:30 h. $250.