¿Por qué hay un ancla en medio de la banqueta? Es la incógnita con la que recorro siempre esta área de la delegación Azcapotzalco. El encargado de la tiendita de la esquina no tiene idea: “Siempre me preguntan y no sé qué responderles”, dice. Es un misterio para muchos vecinos de Santo Tomás, el barrio donde se encuentra este enormísimo cachivache. Pero, sobre todo, para los despistados visitantes que no conocemos historias.
“La encontraron en un predio y decidieron dejarla como adorno en la colonia”. Eso cuenta un chintololo del área, pero su explicación no suena lo suficientemente convincente. En la calle puedes encontrarte un billete, un perro, el amor, un mueble abandonado, ¡no un ancla de mil-ocho-mil toneladas con todo y cadena!
Los propietarios del negocio de carnitas que está a la vuelta (están muy buenas, por cierto) recuerdan que el ancla apareció al mismo tiempo que una fábrica de muebles industriales llamada “La Checoslovaca”, a mediados de los años 70. Ese edificio industrial lo derrumbaron hace algunos meses, pero el armatoste ahí se quedó, incrustado en el pavimento, como parte del paisaje urbano al que los vecinos ya se acostumbraron.
Otra vecina de la zona tiene una versión mucho más elaborada: dice que el propietario de la fábrica era de origen europeo (por el nombre del negocio suponemos que era checoslovaco), y que llegó a México en su barco. Cuando decidió quedarse a vivir en nuestro país para siempre y quemó las naves, quizá de forma literal, se trajo de Veracruz un par de recuerditos de la embarcación: una hélice que formaba parte de la ahora desaparecida construcción y el ancla que puso al pie de su sueño mexicano.
La enigmática azcapotzancla —y las leyendas que la rodean— está sobre la Antigua Calzada de Guadalupe, entre 22 de Febrero y la Calzada Azcapotzalco-La Villa.