En cuanto le di la última mordida ya quería volver a comerla. He querido regresar todos los días posteriores a mi visita a La Inmaculada. Esta hamburguesa está bárbara. No sé bien cómo llegó a mi radar, pero cuando vi en su cuenta de Instagram que su burger solamente tiene carne, pan y queso, me enfilé con mi fiel escudera a probarla. Algo me llamó.
No hay mucho de dónde escoger: solo sencilla o doble y una versión vegetariana, escondida en el menú de la pared. Pedí la doble. Quien me atendió (el dueño, supongo) aprobó mi elección. Suspiré esperando los 250 gramos de carne que iban a llegar.
No tardó mucho. Cuando nos entregaron las burgers nos sugirieron que no las “echáramos a perder” con ketchup ni mostaza. Me pareció un statement valiente, incluso medio soberbio. Le hice caso porque seguía teniendo un buen presentimiento.
En cuanto abrí la envoltura, me dio un infartito de emoción. Lucía espectacular: carne, pan y queso. Nada más. Le di la primera mordida y entendí por qué me llamaba. Se me salió una lagrimita. ¿Qué les puedo decir? Es maravillosa: la carne, mezcla secreta, tiene la cohesión perfecta, la proporción acertada de grasa y mucho sabor. El bollo, hecho por ellos, es estoico ante los embates de la carne. El queso, amarillo americano, tiene la acidez justa. Con solo tres elementos se formó un poema. Mi escudera y yo lloramos de emoción.
Todavía no nos las terminábamos y ya estábamos pensando en pedir las segundas. Nos contuvimos. La verdad, esta hamburguesa es un triunfo. Se ve que viene de la mente y el paladar de alguien que deseaba hacer un poema de hamburguesa y lo logró. Desde que fui, la sueño, solo pienso en volver y le cuento a todo el mundo para que corra a comerla.
Hágase usted un gran favor y no pierda más tiempo. Corra a probarla. Tenemos una nueva favorita: la inmaculada.
La Inmaculada
Mariano Escobedo 551-C, col. Polanco
IG: @lainmaculadaham
$ Promedio: hamburguesa sencilla: $100, doble: $140