La Casa de los Azulejos se encuentra en el Centro Histórico de la CDMX y, aunque los chilangos la identifican muy bien, mucho se ignora de su interesante pasado
Edificada en el siglo XVI, esta famosa casa de piedra se construyó en la época colonial cuando Damián Martínez, por apuros económicos, vendió su casa a uno de sus vecinos, Diego Suárez de Peredo. Al fallecer, su hija hereda la propiedad. Ella se casa con el hijo del conde de Orizaba, quien ordena unir ambas casas para que los jóvenes vivieran.
Graciana Suárez de Peredo, condesa del Valle de Orizaba, se mudó de Puebla a la Nueva España y ordenó al arquitecto Diego Durán Berruecos que embelleciera la casona con azulejos de cerámica poblana. Así obtuvo el aspecto que conocemos en el presente. Con el paso de centenares de años, durante la Revolución, el inmueble fue la sede de la Casa del Obrero Mundial.
A inicios del siglo XX, los hermanos Walter y Frank Sanborn rentaron el lugar para instalar una cafetería que sería, desde ese momento y hasta la fecha, uno de los lugares más concurridos de la ciudad. Años después, el edificio fue comprado por la familia Sanborn y fue declarado como patrimonio nacional de México.
(Fotos: especiales)