Fotografía: Cortesía
Muy pronto se estrenarán dos puestas en escena que nos recuerdan que la diversidad social no está únicamente fuera de los recintos culturales, sino que ha buscado mostrarse y posicionarse de manera más habitual dentro de las producciones teatrales
“La discapacidad también es un terreno creativamente a explorar”, Juan Carlos Saavedra, fundador de Teatro Ciego MX.
Si en el cine y la televisión cada vez suenan más las palabras diversidad e inclusión, ¿en el teatro igual? La verdad es imposible excluir a los espectáculos en vivo de ello. La diversidad existe y por ello debe reflejarse, aunque lograrlo lleve su tiempo.
Una de las obras que sabe de ello es Emilia, la cual arrancará funciones el 30 de marzo en el Teatro Helénico. La dramaturgia cómica escrita por la inglesa Morgan Lloyd Malcolm llega por primera vez al continente americano, directo a México, para reivindicar la figura de la poetisa Emilia Bassano, contemporánea de William Shakespeare cuyo nombre no siempre es recordado. Es una forma de dale voz a las mujeres que, al igual que ella, fueron o son “borradas” de la historia. La manera de regresarlas a la luz es con una producción enteramente femenina y diversa, compuesta de 11 actrices y dos músicas de diferentes edades, disciplinas, entornos étnicos y capacidades diferentes.
“La representación realmente importa y desde el mundo del entretenimiento tenemos esa responsabilidad, y no nada más eso, es una pasión, es intuición. Yo no lo hago nada más por deber, lo hago porque quiero, porque es importante, porque cómo es que no existe aún. En Inglaterra y en los países ‘primermundistas’ tienen más avanzado eso, muchísimos más programas y responsabilidad por empezar a trabajar de una forma inclusiva hasta que un día ni siquiera se tenga que decir que es inclusivo”, comenta la productora María Inés Olmedo.
De acuerdo con la actriz oaxaqueña Coty Camacho, para entender cómo le ha hecho un elenco así para converger primero hay que saber que cada una tiene muy claro quién es y su contexto. “Si creíamos que ser morenas ya es ser distintas por la piel, tenemos a otras dos actrices con otras formas de transitar este mundo, como Karime (Alonso, usuaria de silla de ruedas) y Luz (Adriana Carrasco, con debilidad visual), mujeres que tienen sus dificultades, pero no son ’ay, pobre de mí’… ellas abordan desde otros sentidos esta obra”, explica. A ellas se une también Maricarmen Graue, una chelista ciega.
Olmedo señala que en el medio ya existen compañías que trabajan con personas de diferentes capacidades, como Teatro Ciego MX y Teatro de Señas, pero se enfocan más en un sector en específico, por lo que es importante colaborar entre todos. Al ser la primera vez que como productora trabaja con un elenco inclusivo, dice vivir su proceso como algo bonito, de mucha comunicación, aprendizaje, respeto y de crear un espacio seguro para todos.
Construyendo bases desde la experiencia
También Teatro Ciego MX reconoce la necesidad de colaborar. Con 16 años de existencia, esta compañía ha impulsado diferentes obras cuyos actores tienen ceguera o debilidad visual, pero también ha identificado formas de incluir a un público más diverso.
“Cuando digo que es importante la colaboración es que nosotros con las compañías que trabajamos sí hacemos énfasis en eso. Sí, creemos un espectáculo, pero no sólo uno para público convencional, sino estar preparados para que pueda ser accesible para todos, y en este caso, para público con discapacidad”, comenta su fundador, Juan Carlos Saavedra, al hablar de los retos del teatro en México.
Hay mucho por delante esperando para ellos (como la presentación en agosto de Pieza en proceso o el cierre de su documental titulado Camino a casa), pero lo más próximo es Odio que los abrazos no duren más de cuatro horas, una puesta que venían trabajando desde 2018 y que, debido a la pandemia, apenas se estrenará el próximo mes en San Luis Potosí. De ahí recorrerá diferentes espacios del interior de la República hasta llegar el 16 y 17 de julio a la Ciudad de México.
El director de la compañía, Marco Antonio Martínez, describe que el espectáculo multidisciplinario, inspirado en el libro La separación de los amantes, de Igor Caruso, combina cinco monólogos de unos autómatas, articulados por un sexto actor con cabeza de panda. Añade que hay música en vivo y ensambles que hacen coros y sonorizan para generar atmósfera. En total, participan 12 personas sobre el escenario y todas con discapacidad visual.
Esta es la primera vez que utilizan una escenografía de gran formato, de más de 4 metros de altura y hecha con cinco andamios. Además, se retaron con coreografías como un combate escénico. Todo esto sin olvidar tener audiodescripción para personas ciegas y Lengua de Señas Mexicana para personas sordas, porque no olvidan su objetivo: crear teatro para todos.
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