Fotografía: cortesía
La colonia Buenos Aires, centro de venta de refacciones más grande en la CDMX, es conocida como uno de los barrios bravos de la capital.
Un pasado insólito detrás del nombre
La colonia Buenos Aires, ubicada en la Ciudad de México, no debe su nombre a la capital de Argentina, sino a una ironía. En sus inicios, las aguas negras del Río de la Piedad fluían a cielo abierto, creando olores desagradables. No hay registros precisos de su fundación, pero se estableció en la segunda década del siglo XX, cuando un grupo de personas se asentó irregularmente en la zona que antes era terreno de potreros. Inicialmente, los residentes se dedicaban a la plomería, pero décadas más tarde, con la llegada de los automóviles, cambiaron su enfoque hacia la reparación y venta de refacciones de vehículos, que se ha convertido en su principal fuente de ingresos hasta la fecha.
Entre desafíos y reputación
Visitar la colonia Buenos Aires sin guía puede ser una experiencia desafiante. Aunque tiene una reputación de “barrio bravo”, según datos de la SSC, sus índices delictivos son menores en comparación con otras colonias de la alcaldía Cuauhtémoc. Sin embargo, la zona carece de instalaciones educativas, deportivas, culturales y recreativas, así como de oficinas que impulsen programas sociales de bienestar. Como resultado, la supervivencia de la colonia se basa principalmente en la venta de autopartes y refacciones de segunda mano, recuperadas o fabricadas. Aunque se dice que muchos de los productos ofrecidos son robados, la Unión de Comerciantes de Refacciones y Accesorios Nuevos y Usados para Autos y Camiones (ACRA) niega esta afirmación, asegurando que existen regulaciones para la adquisición de estos bienes. Actualmente, se estima que hay más de 400 negocios en la zona, generando ingresos para la mitad de los habitantes.
Un espacio único en convivencia
Desde sus inicios marginados, la colonia Buenos Aires es un espacio peculiar donde conviven la tranquilidad y el arte gótico del Panteón Francés con la animación y los gritos de los coyotes, quienes por una pequeña propina te introducirán al mundo de lo que una vez fue considerada la refaccionaria más grande del mundo.
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