30 años cumple el espectáculo de escenografía, luces, actores, danzantes y música en vivo, creado para que el área chinampera de Xochimilco se mantenga como zona ecológica de reserva, protegida por las autoridades y la comunidad
Suenan las danzas dedicadas a los dioses Huehuetéotl, Tezcatlipoca y Xipe Totec en lo más profundo del lago de Xochimilco. Alrededor de una pirámide que se levanta sobre el islote Tlilac, los danzantes representan los rumbos, movimientos y esencias del mundo antiguo.
Para verlos, entre octubre y noviembre de cada año unas 30 mil personas emprenden un viaje de 45 minutos en trajinera desde el embarcadero Cuemanco, recorrido que ya conocen quienes desde hace 30 años acuden a la representación de La Llorona, obra que promueve el uso de la lengua náhuatl y la conservación ecológica del sistema chinampero implementado por la cultura xochimilca para cultivar alimentos. Este sistema agrícola es además el único testimonio vivo que permite conocer cómo sembraban y vivían las antiguas culturas que ocupaban esta zona de la ahora CDMX, antes de la llegada de los españoles hace más de 500 años.
De acuerdo con la UNAM, es considerado como uno de los sistemas agrícolas más productivos y sustentables del mundo, pues las chinampas proveen de sustento a las familias que comercian con los productos generados en ellas, y además, hacen posible la generación de otros servicios: insumos agrícolas, transporte acuático y terrestre y servicios turísticos, entre otros.
Esfuerzo para la conservación
“Al generar un turismo sostenible, precisamente lo que se buscaba cuando inició el evento era que se generara una oferta turística diferente a la que estaba en las mañanas, por ejemplo, de venir con la familia en un ambiente iluminado. Entonces, cuando es de noche [el espectáculo] también hace que este espacio se siga manteniendo como zona ecológica de reserva y que las autoridades lo sigan manteniendo en conjunto con la comunidad”, explica Nayeli Cortés, quien interpreta a Chokani, La Llorona, desde hace 16 años.
“Tanto la alcaldía como las diferentes instituciones han venido a la limpieza en coordinación con los chinamperos de la zona. Es un trabajo en conjunto, en este caso en el espectáculo se trata de mostrar la belleza de un Xochimilco prehispánico que sigue existiendo vivo en la Ciudad de México”. Desde 1987, la Unesco declaró al lago de Xochimilco y sus chinampas como Patrimonio de la Humanidad; no obstante, de acuerdo con un informe conjunto de la UNAM y la autoridad de protección de la zona, hasta 2011, un 60% de la zona estaba amenazada por factores como la introducción de nuevas técnicas agrícolas, la extracción excesiva de agua de los acuíferos de la zona, el abandono, la presión del desarrollo urbano y la contaminación.
Beneficio para la comunidad
Alejandro Capotitla, director ejecutivo de la puesta en escena, explica que la idea es atraer a un turismo de tipo cultural con el fin de preservar sus formas de vida y tradiciones, intención marcada desde la chinampa en la que se hace el montaje y la colaboración de la comunidad, en su mayoría chinamperos y remeros, además de las 50 personas que participan directamente en la obra, entre ellas un conjunto que musicaliza en vivo.
“El 90% que participamos en este espectáculo somos nativos de la zona y es lo que lo hace atractivo. Es una derrama económica para muchísimas familias y lo esperamos todo el año. La parte fundamental es que también se benefician 450 familias, entre los que venden los antojitos mexicanos, actores, escenógrafos, pintores y remeros. Lo que es bonito de este tema es que se reparte colectivamente la parte económica”.
Preservación de la identidad
Las luces se apagan momentáneamente y las trajineras forman una media luna en torno al islote. En el cielo nocturno que cobija la pirámide, ascienden fuegos artificiales. Suenan las ocarinas, los teponaztles, el huehuétl, los huesos de fraile y el tambor de lluvia junto a los violines, guitarra, vihuela, bajo y la voz de la mezzosoprano y compositora Daniela Olmedo.
Uno de los motivos por los que la puesta en escena se ha mantenido a lo largo de tres décadas, afirma Luis Infante (quien interpreta a Yaotécatl, señor de Xochimilco y hermano de Nahui), es el valor que se le da a la mexicanidad. “Esta es la identidad que como pueblo tenemos. Nosotros no hacemos una puesta en escena de terror, nuestro fin no es espantar, no es causar horror ni mucho menos, queremos contar una historia humana, una historia viva, una historia que hable de nosotros como pueblo”.
La Chokani, al ser una de las leyendas con mayor arraigo en México y popularidad en el mundo “se convierte en la portavoz ideal para comunicar el mensaje de que somos mexicanos, en mi caso xochimilca, y estoy muy orgulloso de serlo”.
Texto y fotografía por Arlen Pimentel