Mark Morton escribe en su Dictionary of food curiosities que el primer restaurante que sirvió hamburguesas fue Delmonico’s, en 1834; Colman Andrews, que fue en ese mismo restaurante, pero en 1826. El diccionario Oxford no ha podido llegar demasiado lejos: encontró en el Boston Journal del 16 de febrero de 1884 esta versión: “We take a chicken and boil it. When it is cold we cut it up as they do meat to make Hamburg steak”: tomamos un pollo y lo hervimos; cuando está frío lo cortamos como se corta la carne para el filete de Hamburgo.
En 1902 aparece en un artículo del volumen XXVI de la Encyclopaedia Britannica; para los treinta ya se había abreviado, sencillamente, a burger, lo que permitió la creación de nuevas “burgers”: la nutburger en 1934 (una hamburguesa con chispas de nuez), la chickenburger en 1936, la cheeseburger en 1938, la porkburger en 1939 y, después de dar la vuelta completa, la ‘beefburger’ en 1940 (“Hamburgers are out, beefburgers are in!”)…
Flash forward: México, 2014. He aquí la que, en mi nada humilde opinión, es la mejor hamburguesa comercial del DF: la del bar King Cole en el hotel St Regis. Microcosmos de texturas que son sabores que huelen y se ven: bien sazonada, húmeda carne molida, jugo abundante en la suavidad de un bollo que deja rastros de mantequilla en los dedos, acidez de un queso ligeramente agudo, autoridad salina del tocino, decisivo tronar de lechuga fría. Pídanla con todo.
Bar King Cole, Paseo de la Reforma 439, Cuauhtémoc.
(Alonso)