Fotografía: Cuartoscuro
Con base en el libro Mitos y Realidades sobre Discriminación y Violencia de Género, se pueden analizar las conductas que se “consideran normales” en algunos sectores de la sociedad, pero conllevan una severa afectación en las mujeres
“Ella lo provocó”
En México una mujer no puede desarrollar cualquier conducta, porque se le culpa de cualquier acción que un hombre tenga contra ella. No importa si es acoso sexual, hostigamiento sexual, violación o feminicidio: a las mujeres constantemente se les culpa, revictimiza y responsabiliza por incitar o provocar la violencia por razones de género que enfrentan por ser mujeres. Esto motivado por su modo de vestir, de hablar, por salir solas de noche, por consumir alcohol o drogas, por su orientación sexual, por elegir mal a sus parejas o no dejarlas antes, o hasta “por confiadas”. Lo anterior es consecuencia de un sistema patriarcal constituido en torno a la normalización de la cultura de la violación. Ninguna conducta, elección o estilo de vida justifica una conducta violenta.
“¿Por qué esperó tanto tiempo para denunciar?”
La revictimización por parte de la autoridad, después de haber sido víctima de algún delito, es uno de los principales problemas para una mujer denunciante. Las víctimas de acoso y violencia guardan silencio por miedo a que no se les crea, a ser culpadas, que se diga que se lo buscaron, ser reprobadas, expulsadas, despedidas, expuestas o ridiculizadas. Pero cuando eligen hablar, no hay respuestas de acompañamiento y entendimiento; muchas veces las reacciones son muy hostiles. Estas actitudes favorecen el silencio de las víctimas, la impunidad y la continuidad de la violencia de los agresores. Entre las razones señaladas para no denunciar se encuentran el miedo a las consecuencias o a las amenazas; pensar que no le iban a creer o la iban a culpar; vergüenza, entre otras.
“En las familias no puede haber violencia”
Las autoridades han concluido que un alto porcentaje de las víctimas de violencia de género conocía a su agresor. una alta tasa de casos de violencia contra las mujeres ocurre en el
ámbito familiar o en el círculo cercano de la víctima. Esto rompe con otro de los grandes mitos sociales que establece a la familia como institución de seguridad, protección y amor, sin contradicciones, ni violencias. Las personas más señaladas son los hermanos, el padre y la madre, mientras que los principales agresores sexuales son los tíos y los primos. Pero el número de denuncias no refleja la realidad que viven niñas y adolescentes en México. Se cree que puede deberse a la dependencia económica de la víctima o de su familia con su agresor, uso de amenazas, vergüenza, entre otros factores.