Esta escultura no es una oda a los milagros, pese a que existen para algunos perros, sino un recordatorio de que el maltrato, el abandono y la indiferencia no son normales. Es un pedido de humanidad a la humanidad.
Hace ocho años se develó el Monumento al Perro Callejero, una estatua para honrar a los perros que han sido maltratados o abandonados por sus dueños. Aunque existe gente con- vencida de que se trata del único monumento de este tipo en el mundo, en países como España, Escocia, Argentina y Japón también se han levantado esculturas para honrar a los perros.
La pieza, ubicada en la esquina de la calle Moneda con Insurgentes Sur, se fundió en bronce y fue diseñada por la escultora mexicana Girasol Botello. Gracias a Patricia España, fundadora y directora de la asociación civil Milagros Caninos —el primer santuario en nuestro país donde se ayuda a los perros que han sufrido los peores maltratos imaginables—, existe esta estatua.
La placa en la escultura es un recordatorio de lo importante que es la empatía con los animales: “Yo no pedí nacer y a pesar de tu indiferencia y de tus golpes, lo único que te pido es lo que sobra de tu amor”, dice.
La organización milagroscaninos.org ayuda a perros en emergencia o peligro de muerte desde 2004.