Latigazo rítmico

El jazzista estadounidense Buddy Rich es uno de los bateristas más prodigiosos que han existido en la historia. Su técnica, depurada e innovadora, su velocidad y una increíble capacidad de improvisación lo inmortalizaron en la memoria y lo convirtieron en la inspiración a un sinfín de generaciones de músicos, quienes bajo su influencia buscan rozar la gloria tras los tambores.

Pero ese camino puede ser doloroso. ¿Qué tan lejos estarías dispuesto a llegar con tal de ser como tu ídolo? ¿Sin dolor no hay recompensa? ¿El fin justifica los medios? Estas son las cuestiones primordiales de las cuales se desprende Whiplash, segundo largometraje del joven director Damien Chazelle (a su vez, músico de jazz).

Andrew Nieman (Miles Teller) es un genio musical de 19 años que busca trascender a cualquier costo y logra ingresar a una prestigiosa escuela de instrucción artística. Allí conoce a Terence Fletcher (J.K. Simmons), un profesor estricto, de talante militarizado y obsesivo perfeccionista. El encuentro desata una lucha sicológica que podría resultar contraproducente para el joven y talentoso estudiante.

Así, Whiplash lleva al espectador a reflexionar sobre los precios que exige el éxito. “Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse”, escribió en alguna ocasión Truman Capote.

Estreno: jueves 22.
En las salas de todo el país.