No conforme con una larga y exitosa carrera en la música (tiene casi 50 discos), varias participaciones en películas y una vida política muy activa, Francisco Buarque de Hollanda decidió probarse en el mundo literario.
A un ritmo más lento (unos dos libros por década, entre obras de teatro y novelas), Chico se ha ganado el respeto y la atención de los lectores a nivel mundial. Varios premios y reconocimientos después, el otro Chico Buarque llega a las librerías mexicanas con una autobiografía inventada.
En El hermano alemán (la cuarta novela del brasileño traducida a nuestro idioma), la ficción aparece como un tranquilizante ante la falta de certezas, de recuerdos, de verdad. La ficción a manera de explicación. La ficción como respuesta.
La historia parte de una anécdota familiar (que, en varias entrevistas, el músico ha confirmado como cierta): Ciccio, un adolescente brasileño, descubre entre los libros de su padre, un bibliófilo que pasa los días esperando escribir su obra magna, una carta en alemán firmada por una mujer llamada Anne Ernst.
Sin entender una sola palabra, el pedazo de papel detona su imaginación: resultado de un amorío que su padre tuvo con esa mujer, en Alemania, un medio hermano mayor le espera del otro lado del mundo. Y mientras roba coches junto a su amigo Thelonious o cuando intenta conquistar a las ex novias de su hermano, Ciccio se pierde en todas las posibilidades que su mente le ofrece.
Quizás, se trata de un rubio gigantón con rasgos latinos, que toca en una banda alemana. O se trata de un miembro de las Juventudes Hitlerianas, y que al final de la guerra, a los 15 o 16 años, terminó en la cárcel. También en su imaginación, sirve como pretexto para fortalecer el vínculo entre Ciccio y su padre.
Y así, el hermano alemán cambia de cara y forma, según las necesidades del narrador. Puras suposiciones, nada de certezas, como realmente es la vida.
El hermano alemán
Chico Buarque
Literatura Random House, México, 2016, 222 páginas, $249.