Hay algo bello en la simpleza de una cheeseburger que me llena el corazón de emoción. Por eso, cuando supe que una cadena americana había llegado, sonreí y salivé. Con tres sucursales Mooyah en la ciudad, decidí ir a la original, la primera en ciudad corbata de Santa Fe.
Qué bueno que fui. La carta es sencilla: sólo hay hamburguesa sencilla con o sin queso, doble con o sin queso y una variante de pavo, una veggie. Uno puede construir su propia hamburguesa con una amplia gama de complementos. Sonaba bien. Olía muy bien. Me emocioné un poco. Tan me prendí, que ordené una doble con queso y tocino, malteada y papas. Se jactan de tener pura carne sin congelar, pan horneado ahí mismo y puros ingredientes frescos.
Finalmente llegó. De la carne de arriba escurría un hilito de grasa que se veía prácticamente obsceno y hasta erótico. Si no me cree, dese una vuelta por mi Instagram: ahí puede ver la delicia. Ataqué sin pudor y la verdad me sorprendió. La carne, con sus aproximadamente 200 g, con muy buen sabor, el pan de muy buena consistencia, tanto que aguanta perfectamente el embate del tamaño (la doble ya es bastante considerable y no podía ser menos, pues la matriz de la franquicia es de Texas), el tocino, como siempre, sin falla. En general, me gustó mucho. Funciona muy bien. Me gustó mucho que sabe decididamente americana. Sabe como debe de saber una buena cheeseburger: sencilla, sabrosa, grasosa y americana, por decirlo de alguna manera.
Puede ser que no esté de acuerdo conmigo. Para eso, sus comentarios siempre son bienvenidos en el Twitter, en Blogspot y en Facebook.