Fotografía: Cuartoscuro
El mundo artístico sigue de luto por el fallecimiento de Ignacio López Tarso, uno de los más grandes actores de televisión, cine y teatro en México.
Conocido principalmente por Macario, la primera película mexicana nominada al Oscar, la leyenda de este histrión comenzó a forjarse desde los ocho años, cuando el chilango nacido el 15 de enero de 1925 se acercó a un espectáculo teatral en Guadalajara.
La impresión fue tal que casi década y media después ingresó a la Academia de Arte Dramático del Instituto Nacional de Bellas Artes por invitación de Xavier Villaurrutia.
Fue éste quien le sugirió cambiar su último apellido, López, a Tarso (por el apóstol Pablo de Tarso). En 1950 debutó en el teatro y cuatro años después incursionó en el cine con La desconocida, de Chano Urueta. Sus papeles no tuvieron mucha relevancia hasta que, en 1957, trabajó con Luis Buñuel en Nazarín. Esto le abrió camino para llegar a Macario, de Roberto Gavaldón, con quien hizo mancuerna en más cintas. También trabajó con otros importantes cineastas del siglo XX: Ismael Rodríguez, Julio Bracho, Luis Alcoriza y Arturo Ripstein, por mencionar algunos. En la pantalla chica apareció en telenovelas como El derecho de nacer y Senda de gloria; mientras en el teatro pueden nombrarse Don Juan Tenorio, Cyrano de Bergerac y, más recientemente, Aeroplanos y El padre.
López Tarso murió el sábado a los 98 años, batallaba en el hospital con una neumonía grave. QEPD.
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