Dice Jorge Pinto, autor de Godínez, que los oficinistas vamos a acabar con el mundo
Autor de webcomic Bunsen y del libro Hipsters, un manual ilustrado, además de haber creado el blog de culto Malnacido –cuando internet era muy chiquito, a mediados de los dosmiles–, Jorge Pinto acaba de lanzar Godínez, un compendio ilustrado de los usos y costumbres de nuestra subcultura oficinil favorita. Nos reunimos con él para platicar al respecto. Empezamos hablando de la tanda y terminamos platicando del fin del mundo. Casual.
Tú no tienes experiencia godínez, tú eres artishta.
Te vistas como te vistas o escuches la música que escuches, si tienes que poner tu dedito en la mañana, eres foquin godínez. Todo mundo que trabaja en publicidad creen que son artistas, cuando en realidad tienen su gafetito. Yo fui de esos. Pero a los seis meses, un día me pidieron, literal, “Haz el logo más grande”. Saliendo de la junta veía los colores deslavados, como con filtro de Instagram. Entré en shock y me di cuenta de que tenía una depresión. Al principio me tomé el kool-aid de los godínez por completo, no cuestioné nada, pero a los seis meses, como de golpe, dije “¡¿Qué estoy haciendo con mi vida?!”. Esa fue mi experiencia, todo lo demás fue investigación.
¿En qué consistió esa investigación?
En los últimos cinco años ocurrió la revolución de los godínez en México: fue la frecebokeada. La herramienta de trabajo de los godínez, su computadora con internet, es también su ventana para que sean ellos mismos ante el mundo. Creo que no hay otra radiografía más profunda de una subcultura, porque el godínez te cuenta su vida durante ocho o diez horas al día. Yo decía “¿Por qué nadie está tomando un screeshot de estas cosas?”. Así veo el libro, como una serie de screeshots de las cosas que pasan en la pantalla de los godínez. Por eso es ilustrado, porque puedo no sólo describirlo sino utilizar su mismo lenguaje, sus memes, sus chingaderas, sus emoticons.
Aunque la palabra viene desde fuera, siento que los godínez se la han apropiado y existe un orgullo por serlo.
Sí, 100%. “Godínez” era originalmente el “mal godínez”, el empleado huevón, el que se roba los clips, el que llega tarde. Ahorita la gente usa “godínez” para comunicar, fuera de bromas, el hecho de ser oficinista. A nadie le da pena, nadie lo niega. No me topé con un solo godínez que se encabronara de que le dijera “godínez”. Este libro viene de respeto, de mi respeto hacia ellos; me estoy burlando porque yo hago todo en comedia, pero la diferencia entre los godínez y las otras subculturas es que los godínez son productivos, sirven para algo.
Hay quienes dicen que “godínez” es un término clasista.
Algunos de los godínez que conocí ganan más que yo. Los CEO siguen siendo godínez, los gerentes regionales que ganan más de 100 mil pesos al mes no llevan su tóper pero van todos juntos a comer… tienen sus propias costumbres de godínez ricos. Creo que está completamente fuera de lugar esa queja. Si realmente conoces a los godínez sabes que eso no es un issue. Obviamente hay más godínez pobres porque hay más TODO pobres. No lo veo como un asunto clasista.
¿Qué opinas de otras manifestaciones de la cultura pop que parten del godinato?
The Office es el más grande ejemplo. Pero el godínez americano o británico no sabe lo que es robarse la tanda, lo que son las tortas de tamal en tóper ni qué es el viernes de chilaquil. Hay muchas mexicanadas del godínez local que no se ven reflejadas en ninguna serie o película, de eso se trata el libro. Creo que no había un retrato sutil y sincero de un godínez mexicano. Desde el punto cultural, eso es lo que estoy intentando.
¿Qué otros rasgos definen al godínez nacional?
No hay nada que una más a cualquier subcultura que el Metro, y los godínez no son la excepción. El güey que está yendo al trabajo y junto a él pasa el vendedor de cúters y paletas, y el hecho de llegar y poner tu disco pirata, con la portada fotocopiada, de 150 éxitos de Luis Miguel en el reproductor de la computadora; y que cuando lo reproduces no era de Luis Miguel, era de Juan Gabriel… eso es una aportación de México para el mundo y es bellísima.
¿Todos somos godínez?
Todos hemos sido godínez, con un trabajo específicamente godínez en algún punto de nuestras vidas. Pero probablemente es un estancamiento, como sociedad, el pensar que ser godínez es inescapable. Cuando dices “Todos somos godínez” estás fortaleciendo la idea de que todos vamos a tener que ser empleados de alguien. No me gustaría decirlo, porque yo quiero que mis hijos, que ahorita son bebés, vean la opción de que pueden ser godínez si es lo suyo, pero no quiero meterle a nadie la idea de que necesitas tener un jefe, ser un empleado, porque se me hace agachado; pero tampoco la idea de que eres exitoso si tienes empleados.
¿Cuál es la liberación para los godínez?
Nosotros ya valimos madres. Va a ser cuando nuestros hijos dejen de ver jerarquías, cuando dejen de entender el trabajo como algo que tiene una escalera que hay que subir. Ese sistema tiene una fecha de caducidad. Ya poniéndonos un poco chairos, a este sistema… ¿cuánto le queda? ¿20 años? El planetita en el que vivimos no va a aguantar este show 20 años. Pronto nos vamos a enfrentar al hecho de que no vas a poder tener un coche y todo mundo va a trabajar en sus casas, no porque sean hipsters, sino porque salir va a ser un desperdicio de recursos. Por eso creo que este es un buen momento para tomarle esa foto al godínez y decir “¿Qué sigue? ¿Cómo podemos solucionar esto?”. El godínez viene de un sistema que promueve este ciclo de consumismo, de trabajar para la máquina. Y seamos chairos o seamos Donald Trumps, en unos años todos vamos a estar comiendo de la basura… sí sabes eso, ¿verdad? Este sistema de la quincena y el aguinaldo y el Buen Fin y las tarjetas de Coppel y pagar al chaz chaz, lo único que está promoviendo es que ocurra más rápido la caída de la gran maquinaria en la que todos vivimos. Se me hace una mitad tragedia, mitad gran broma hermosa, un chiste del que me voy a poder reír cuando estemos comiendo basura y voy a decir “Se los dije”. Yo sí quiero estar en el momento en el que el gobierno se desintegre, en el que se caigan las telecomunicaciones y a ver qué vamos a hacer con tu pinche título de la UVM. Me deprime la situación, por eso estoy intentando verle el lado gracioso… pero en realidad no hay nada gracioso. Está un poco de la verga y tenemos que forzarnos a reírnos para que tenga sentido.