Los habitantes del… Salón Tenampa

Ciudad

Con casi 100 años de historia, el Tenampa es todo un referente no sólo para la Plaza de Garibaldi sino para la música del mariachi. 

“Parranda y Tenampa, mariachi y canciones, así es como vivo yo”, dice una frase de la canción “Mi Tenampa” de José Alfredo Jiménez, misma que se encuentra plasmada en uno de los murales de este emblemático lugar de Garibaldi y expresa exactamente cómo se vive el ambiente en este recinto.

Desde que el Salón Tenampa abrió sus puertas en 1925, la música mexicana no ha dejado de sonar y todo se ha mantenido como una fiesta permanente. Se dice que fue gracias a su fundador Juan Hernández que el mariachi llegó a la Ciudad de México, pues abrió este recinto con el firme propósito que existiera un lugar donde estos músicos de Guadalajara pudieran tocar en la capital.

Con el tiempo el Tenampa fue creciendo y se convirtió en el sitio predilecto para comer, escuchar música de mariachi o jarocha, bailar, cantar y hacer honor a todo lo que la cultura mexicana representa. A pesar de que el dueño falleció hace algunos años, la esencia del lugar se ha mantenido y sus habitantes son prueba de ello.

Que no pare el mariachi

Acompañado de su guitarra y alegres mariachis, el hidalguense Jaime Gamez recorre las mesas del salón principal del Tenampa entonando las canciones que los clientes piden. Su potente voz se escucha en todo el recinto y es casi imposible no hacerle coro mientras canta.

Durante un breve descanso, Jaime nos platicó que desde hace 40 años se desempeña orgullosamente como mariachi. “A los 17 años yo ya era figura del floreo. Me hice mariachi por la necesidad, porque hasta cierta edad uno puede ser un buen jinete”, explica.

“Después de decidirme a ser mariachi, me vine a trabajar aquí en el Centro porque en ese entonces era lo más bonito que había. Ahorita el Tenampa es el sitio con más tradición. Llevo seis años aquí y soy muy feliz”, explica sonriente.

Orgulloso de todo lo ha hecho en su trayectoria musical, nos presumió que gracias a su profesión lo han invitado a muchos países como Japón, Corea, España y, próximamente, Suiza. Incluso tiene su propio canal de YouTube en el que sube videos de sus mejores presentaciones como jinete y mariachi.

“También he participado en películas, programas de tele con Paco Stanley y he cantado con Vicente Fernández. De verdad, si volviera a nacer yo volvería a ser mariachi”.

45 años dedicados al Tenampa

Casi 50 años han pasado desde que Francisco Sánchez llegó a trabajar al Salón Tenampa. “Aquí le hemos hecho de todo, incluso fui gerente durante 10 años, pero el médico me dijo que me la tengo que llevar más relajado”, explica el actual encargado del turno del día.

De estatura mediana y tez morena, Francisco afirma que el Tenampa es parte de su vida y hasta podría considerarlo su casa. “Desde que yo llegué a trabajar aquí me dieron toda la confianza del mundo, me han tratado bien, me han hecho sentir como si fuera de la familia. Y desde el principio me guiaron, aquí la regla es hacer sentir al cliente como en su casa”.

A lo largo de estas cuatro décadas, muchas han sido las experiencias y sobre todo las enseñanzas vividas. “Me tocó ver de todo, conocí a Chavela Vargas, Cornelio Reina, Juan Gabriel y muchos, muchos más. El ambiente aquí es muy bonito, la música, la clientela, el compañerismo, todo es muy bonito. Ahorita lo único que quiero es mucha salud para seguir trabajando”.

Entre golpes y alegrías

Todos los días es posible ver a Ernesto Jiménez, el capitán, vestido de traje, corriendo de un lado para otro, procurando que todo se encuentre en orden y el cliente esté satisfecho.

“He trabajado en muchos lugares, pero ninguno como el Tenampa. Cuando vine me quedé impactado por todo lo que es y lo que mueve. Empecé a trabajar y dije ‘de aquí soy’, me gusta mucho estar aquí”, afirma emocionado.
De hecho nos explicó que lo que más le gusta es conocer gente nueva. “Viene gente de otros países que tiene mucho apego por la música mexicana, por los artistas. Conocí a unos chicos que venían de Ecuador y llegaron aquí maravillados porque el sueño de su vida era conocer el Tenampa”.

Si algo ha aprendido es la responsabilidad que lleva un lugar como este. “La verdad es que no vendemos agua (jaja). A veces la gente se descontrola pero también es nuestra responsabilidad cuidarla y decirles que ya no podemos venderles más”.

Por supuesto, no es tarea fácil. Entre risas, Ernesto confiesa que ya lo han cacheteado un par de veces. “Nunca me lo esperé porque no me había pasado. Dos chicas habían bebido mucho y, bueno, se descontroló un poco”. A pesar de ello afirma que le encanta trabajar ahí y permanecerá hasta donde se lo permitan.

Del miedo al amor

Cuando llegó por primera vez,  Arturo sintió un remolino de emociones. “Llegué a la entrevista y cuando vi el lugar me asusté porque es un sitio grandísimo. ¡Imagínate darle de comer a tanta gente! Pero conforme pasó el tiempo me enamoré de este lugar”, explica entre risas.

El ahora chef del Tenampa se muestra alegre y está acompañado de una sonrisa que rara vez desaparece de su rostro. Vestido de rojo y negro, salió un ratito de la cocina para platicarnos sobre su vida en el Tenampa. “Siempre busqué un lugar donde dedicarme al 100 a la comida mexicana y este es uno de esos lugares, en especial porque hay platillos de todo el país”.

Sin dudarlo, explica que ha crecido mucho profesionalmente, pues se ha enfrentado a grandes retos como los aniversarios del lugar, fechas en que los cuatro salones se llenan por completo. “En un aniversario estuve apunto de tirar la toalla, era mucha gente pero al final lo logramos y me generó una satisfacción enorme”.

Después de tres años de estar ahí, a Arturo le resulta emotivo hablar del lugar.”El Tenampa es un lugar que ya marcó mi vida profesional y todo lo malo que pude haber pasado, te juro que el Tenampa hizo que lo olvidara. Lo que hizo fue un borrón y cuenta nueva. Tanto para los clientes como para los trabajadores es mágico estar aquí”, concluye.

Detrás de bambalinas

Para Dolores, la gerente de Recursos Humanos, todo era nuevo cuando llegó al recinto pues, al igual que Arturo, tampoco conocía el Tenampa.

“En el momento que entré me enamoré. En lo personal me gustan mucho las películas de Pedro Infante y ver el lugar donde se grabaron algunas de ellas fue increíble”, afirma entusiasmada.

Mientras platicamos, Dolores no puede ocultar la emoción que le genera hablar del restaurante-bar que le ha dado tantas experiencias.”Cuando murió Juan Gabriel fue una locura. Todo el día canciones de Juan Gabriel, la gente no se esperaba su muerte. Todos se metían aunque todavía no abriéramos porque se querían tomar fotos en el altar que le hicimos al cantante. De hecho, el señor Francisco me comentó que Juan Gabriel vino una vez al Tenampa y no le fue posible cantar. Prometió que iba a volver pero pues ya no pudo hacerlo”.

Para ella, formar parte de esta tradición llamada Tenampa es todo un orgullo. “Yo creo que hoy si el señor Hernández todavía viviera estaría maravillado de ver en lo que su idea se ha convertido”.

(Fotos: Karla Almaraz)