México le mandó señales a Lance Wyman desde que era muy joven. La primera vino antes de saber que se dedicaría a las imágenes, mucho antes de sospechar siquiera que aparecería en los libros de historia del diseño gráfico como uno de los padres de la señalética. Era 1952, él tenía apenas 15 años y vio una pelea de box por televisión, cuando aún vivía en su natal Nueva Jersey. El regiomontano Lauro Salas se enfrentaba con el afroamericano Jimmy Carter, campeón mundial de peso pluma. El mexicano ganó, y la celebración fue algo que Lance nunca había visto: “Fue como una fiesta en el ring, sus compatriotas le pusieron un sombrero y lo cargaron en hombros. ¡Casi se me olvida que era una pelea!”. Dice que en ese momento se enamoró del país de aquel golpeador incansable.
Tiempo después, en 1964, Lance quedó de verse con un colega afuera del edificio de Seagram, en Nueva York, la ciudad en la que estudió y donde ya trabajaba. Ahí había una escultura de piedra que lo intrigó. Sentía que los enormes ojos lo miraban directamente, como si algo le quisieran decir. Fue tal el efecto que, cuando apareció su amigo, le pidió que le tomara una foto con el misterioso monolito. Resultó ser una cabeza olmeca que estaba ahí en préstamo para la Feria Mundial. Desde entonces, se ha referido al personaje como el “Tío Olmeca”. “A veces lo recuerdo cuando estoy trabajando en México o cuando tengo un problema aquí, y cuando las cosas se resuelven pienso que es el ‘Uncle Olmec’ el que me ayudó”.
Pero no conoció México sino hasta 1967, cuando fue invitado al DF a desarrollar imágenes para los Juegos Olímpicos del año siguiente. Acababa de casarse y voló junto a su esposa Neila sin boleto de regreso. Influido por el op art y por los diseños prehispánicos que lo habían maravillado en el Museo de Antropología, integró los aros olímpicos al número 68; después escribió la palabra “México” a un lado y a cada letra le añadió líneas radiales. El resultado fue un éxito.
Lance se convirtió en el encargado de Diseño Gráfico del Comité Olímpico, liderado por Pedro Ramírez Vázquez. Ahí desarrolló un sistema gráfico que orientara, sin necesidad de palabras, a los atletas y visitantes. Paralelamente hizo la imagen y el logo del hotel Camino Real, junto al arquitecto Ricardo Legorreta. Mientras trabajaba en esos proyectos, se enteró de que se estaba construyendo el metro de la ciudad y, sin que nadie se lo pidiera, diseñó un logotipo: un cuadrado, que representa el Zócalo, atravesado por las tres líneas que se habían proyectado, con lo que se formaba la letra “M”. Lo presentó y no sólo fue aceptado, sinoque Lance propuso el resto de los símbolos de orientación para el sistema y algo inédito: que cada estación tuviera su propio ícono, con la idea de que cualquier persona, sin importar su idioma, pudiera ubicarse fácilmente.
Lance y su esposa se quedaron cuatro años en México. Aquí nació su primera hija, Stacey, “su chilanguita”. En ese tiempo creó los logotipos de sopas La Moderna y la marca de juguetes Lily Ledy, la identidad gráfica de la legendaria tienda De Todo –junto con Mathias Goeritz– y la imagen para la Copa Mundial de México 1970, con todo y la mascota, Pico. Y aunque regresó a Nueva York en 1971, y ha ido sembrando su trabajo alrededor del mundo, a lo largo de estas décadas ha vuelto con frecuencia al DF a hacer más diseños: el de la tienda de ropa Vanity, el del hotel Presidente (borrado cuando lo compró una trasnacional), el de la Central de Abasto, el del museo Marco de Monterrey y el de Papalote Museo del Niño, entre otros. Wyman dice que México es el alma de su trayectoria.
Diseño de la Central de Abasto.
Su trabajo sobrevive aquí: el wayfinding del metro permanece intacto, gran parte de los logos no ha cambiado, la imagen de los Olímpicos del 68 es tan fuerte que la siguen reciclando para eventos deportivos. Esas señales que México le mandaba, Lance nos las regresó en forma de íconos, de arte, de formas gráficas que facilitan nuestra vida y que al mismo tiempo embellecen el entorno y nos dan identidad.
Por eso no es extraño que en el DF se realice la primera gran exposición retrospectiva de su obra: “De ida y vuelta: íconos urbanos”, que se inaugura mañana en el Muac de la UNAM y que permanecerá ahí hasta febrero de 2015.
De ida y vuelta: íconos urbanos
Museo de Arte Contemporáneo
Centro Cultural Universitario. Insurgentes Sur 3000, Ciudad Universitaria.
Miércoles, viernes y domingo de 10 a 18 h; jueves y sábado de 10 a 20 h.
Entrada: 40 pesos.