Si algo caracteriza a la Ciudad de México son sus mercados, lugares de alta riqueza cultural.
En alguna ocasión Pablo Neruda dijo: “Fui de mercado en mercado por años enteros, porque México está en sus mercados”. Coincidimos con él, ya que no sólo es un lugar de compra y venta, si no que son parte de nuestra identidad. En ellos se concentran los sabores, colores y aromas que caracterizan a nuestro país.
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A continuación conoce un poco de su historia.
Los mercados que hoy en día conocemos son una variación de los tianguis o mercados al aire libre, los cuales han sido una parte importante del comercio desde desde la fundación de México-Tenochtitlan más o menos por los años de 1325.
Por aquellos días el mercado más grande era el de Tlatelolco, descrito por el conquistador español Hernán Cortés como un sitio donde concurrían diariamente miles de personas para vender y adquirir una enorme variedad de productos, posteriormente fue destruido.
Para la época de la conquista el comercio se realizaba en la Plazuela del Volador, (nombre que se le dio porque ahí se realizaba una ceremonia, muy parecida a la de los de Papantla), junto a esta plaza se encontraba el Mercado de Santa Catarina, contiguo a una charca de la orilla norte cococida como la Lagunilla.
Posterior a estos mercados surge el Parían, que estaba en lo que sería después el Zócalo, a su paso proliferaron las actividades comerciales, dando paso a más mercados como el del barrio de Tepito, desde entonces se vendía ropa, alimentos y todo tipo de prendas usadas.
El Parían fue destruido, en consecuencia todo el comercio se trasladó al Mercado de la Merced, ubicado en lo que fuera el ex convento de los mercedarios. Sin embargo desde la década de los años 80s, la Central de Abastos logró desplazarlo.
Desde el siglo XIX, los mercados de barrio se convirtieron en la base del consumo popular, dando paso al surgimiento de mercados como el de San Juan y sus carnes exóticas, Jamaica con sus coloridas flores y el místico mercado de Sonora y sus yerbas medicinales, los cuales aún continúan con vida.
(Fuente: Historia de Cocina/Foto: Cortesía)