El final de Chronic: El último paciente (2015) nos dice mucho de la carrera y el estilo de su director y guionista, Michel Franco. No voy a revelar el desenlace, pero es importante notar que se trata de una conclusión inesperada y ajena a todo lo que sucede antes en la película. Ignoro con qué criterio decidió el jurado en Cannes otorgarle el premio a Mejor Guión a un filme que constantemente se contradice con el solo objetivo de mantener en suspenso a sus espectadores. La trama se basa en cuatro misterios: ¿quién es la chica que acecha David (Tim Roth), un enfermero domiciliario?, ¿está acosando sexualmente a su segundo paciente en pantalla?, ¿va a asistir a la tercera en su suicidio?, ¿de qué se trata el pasado que lo ancla en un dolor remoto? Franco los aclara sin demostrar una conexión mayor a los melodramas en la vida de un enfermero. Si para el final ya tenemos respuestas pero no un tema, ¿qué sigue? En congruencia con Daniel y Ana (2009) y Después de Lucía (2012): una inesperada, inconsecuente e impactante sorpresa.
Si Chronic fuera un estimulante intelectual no se situaría en California, donde el suicidio asistido es legal, ni disfrazaría tan cuidadosamente su superficialidad con bellas imágenes iluminadas desde el fondo. Franco crea bajo la sombra de Michael Haneke, cuyos filmes se desdicen, se fotografían y sorprenden de la misma forma, y obtiene en recompensa el éxito internacional. A su favor, podemos decir que Franco es un excelente manipulador, como los grandes maestros, pero su capacidad para narrar es sólo la mitad de lo que hace a una leyenda. También es apreciable su franqueza frente a la fealdad del cuerpo pero su estilo, a la vez realista y visionario, contrasta severamente con su desprecio por la realidad y por la idea de que las historias no sólo narran: también iluminan.
Chronic: El último paciente, de Michel Franco
¿Dónde la puedes ver? Cinépolis. Consulta cartelera.