Compartir tu hogar con alguien más siempre es complicado, las rentas están muy caras y ni soñar con pagarla tú solo. Por eso decides vivir con tu mejor amigo, con el que siempre te llevaste bien y se entienden a la perfección, pero a la hora de la convivencia diaria… ¡oh, no!
Adiós a las fiestas
Aunque tu roomie sea muy fiestero, desde el inicio te dejó algo muy claro: cero fiestas… que porque los vecinos se quejan, o que no le gusta el ruido o que no quiere gente extraña en su casa.
¿Quién limpia?
Esta es una de las discusiones por la que los roomies se separan. Y es que tú te la pasas limpiando y tu roomie simplemente no sabe que existen las escobas y los botes de basura.
Momentos incómodos
Estás durmiendo profundamente y de repente unos ruidos extraños perturban tu viaje con Morfeo. Sales de tu habitación para investigar: es tu roomie con su pareja. ¡Ups!
¿Quién se comió tu queso?
Al fin llegó la quincena, aprovechaste para ir al súper y abastecer el refri. Pero al día siguiente ves que tu compañero ya se comió tu queso porque pensó que era suyo.
Pareces banco
Que si le prestas dinero porque no tiene cambio de un billete de $1,000 y en el Metro no se lo van a querer cambiar, o que no le alcanza para el súper o que te paga la renta el próximo mes.
Pleito por el baño
Entras a la escuela o al trabajo a las 9 de la mañana y tu compañero también. Pero por más que ponen horarios, tu roomie se apaña el baño desde temprano y, lo peor, se tarda mil horas.
I <3 mascotas
Eres amante de los animales, tienes dos gatos y un perro. Obvio quieres llevarlos a tu nuevo hogar, pero tu roomie es alérgico al pelo de tus mascotas, o simplemente los odia.
Gustos diferentes
Es todo un lío comprar tal marca de jabón para los trastes o poner la música que a ti te gusta, imagínate lo que será elegir muebles y decorar la sala. Hay que atenerse a los gustos del otro.
(Fotos: Shutterstock)