En los barrios de Constitución y Salvador Díaz Mirón, en la Gustavo A. Madero, Lo conocen como Luiggy.
Este hombre tiene 63 años y desde 1989 ha corridos 110,000 km. Pero no todo fue deporte para José Luis “Luiggy” Macías, confiesa que antes su vida estuvo llena de excesos.
No fue fácil comenzar a entrenar atletismo, su primer día de entrenamiento la pasó fatal debido al sobrepeso que tenía. Pero no se rindió, él siguió y se prometió hacerlo diario.
Hasta la fecha Luiggy ha corrido 10,108 días de manera continua, pero éste no es su único logro: a la par, el corredor logró rehabilitar varios camellones de su barrio, los cuales antes se encontraban secuestrados por la basura y la inseguridad y ahora lucen en óptimas condiciones.
El mejor ejemplo de su esfuerzo es el Centro Deportivo Luiggy, ubicado en la avenida Eduardo Molina. José cuenta que con la ayuda de un pico, una carretilla y una escoba comenzó con el rescate del lugar. Justo a un costado de un tiradero clandestino, el corredor plantó alrededor de 2,000 árboles y construyó una pista de 400 metros.
Su pasión por correr cambió el entorno del barrio, y aunque gran parte del mejoramiento lo realizó con dinero que salió de sus bolsillos, algunos vecinos le han echado la mano con donativos.
La construcción de este lugar no fue el único cambio que Luiggy realizó. Al proyecto se le suman el rescate de otras áreas del rumbo como la que se encuentra saliendo de la estación del metrobús Talismán —incluso si te das una vuelta por allá, lo podrás encontrar alrededor de las 18 h— ahí se construyeron cuatro pistas más que llevan nombres de importantes atletas mexicanos.
Entre ellas están la pista José Pedraza, que mide 200 metros y es para niños, la pista Ana Gabriela Guevara tiene 400 metros y las pistas Daniel Bautista y Ernesto Canto que tienen una longitud de 500 metros.
Pero eso no es todo, el corredor tiene una meta más por cumplir, ya que planea construir una pista por cada medallista olímpico, esto quiere decir que aún le faltan cinco pistas más, y aunque su idea suena un tanto descabellada, el atleta ha logrado algo que para muchas personas parecía imposible.
Su entusiasmo por el deporte y la ayuda social lo impulsa a seguir, aunque a veces no es suficiente, debido a la falta de recursos económicos para comprar pintura, material para la construcción de las pistas y los árboles que, según Luiggy, tienen un costo de $80.
El panorama no lo desanima, confía en que su proyecto se pondrá muy pronto en marcha.
Para que las próximas generaciones cuiden de estos espacios, el corredor imparte clases de cultura deportiva a jóvenes y niños, sin ningún costo. También lo hace con el objetivo de que se alejen de los vicios y hagan del deporte su único vicio. A estas clases se han sumado personas de la tercera edad que son residentes de la colonia.
Luiggy ha participado en distintas carreras de 26 países, la última que realizó fue en la ciudad de Seúl, en Corea del Sur. El corredor nos demuestra que nunca es tarde para alcanzar una meta personal que puede impactar al resto de la comunidad.