Quien te recibe es una figura de cartón. Es la fotografía recortada de una oficial de tránsito que posa ante la cámara mientras hace como que habla por su walkie talkie. El Museo del Policía no es lo más glamuroso del mundo… y por eso mismo nos encanta.
El lugar está todo olvidado. Aunque la entrada es libre, un señor te pide que te anotes en una libreta, porque #EdificioDeGobierno. Una vez dentro, el recorrido no es muy claro y tampoco hay alguien a quien preguntarle. De fondo suena la radio (no, no la radio de la policía: el programa de Mariano es muy Mariano o cualquier cosa que tengan sintonizada). Es como un museo fantasma.
Hay una sala dedicada a los niños, con manualidades hechas por ellos. Otra está llena de fotografías de proezas acrobáticas policiales. El cuartito del departamento de tránsito es muy lindo, porque hay fotos de cuando los defeños sí querían a los “tamarindos” y hasta les llevaban regalos en Navidad (aaaaaw). La mujer policía, los policías alrededor del mundo, el ERUM, los policías montados disfrazados de charros y la policía aérea también tienen sus espacios.
Por aquí y por allá hay maniquíes contrahechos, a los que les falta un brazo o la punta de la nariz, vestidos con uniformes que no son de su talla. El más elegante es “el sereno”, el antecedente de los tiras que hoy patrullan las calles de la CDMX. La colección se complementa con fotos fuera de foco que quién sabe por qué mandaron a ampliar, fotocopias enmarcadas, imágenes bajadas de internet… todo está adorablemente patas pa’arriba.
En la planta baja hay un par de motos antiguas a las que te puedes subir para tomarte la foto, para presumirle al Facebook que fuiste a uno de los museos más bizarros de la ciudad.
No hay que perderse la sala de exposiciones temporales. Ahora mismo hay una de arañas, reptiles y bichos. Es como entrar al laboratorio de biología de una secundaria pública. Algunas peceras están pegadas con diúrex, así que en cualquier momento se aparece un ciempiés de 30 centímetros caminando por los pasillos.
El edificio, eso sí, es una maravilla. Por dentro casi no se nota, porque está todo cubierto de melamina ponderosa, pero la construcción es de 1908. Antes de museo fue estación de policía, juzgados, correccional, registro civil, estación de bomberos y centro de operaciones de la Cruz Verde.
El Museo del Policía está en Victoria 84, en el Centro. Hay que irse a la parte gratuita, porque la exposición de vampiros y hombres lobo y asesinos seriales está horrible.
Fotos: Lulú Urdapilleta.