En la guerra, en el amor y en las elecciones, todo se vale
En el Estado de México, según testimonios, la credencial de elector se “rentaba” por 300 pesos, pero al paso de los días y conforme se acercaba la fecha de la elección, se pagaba en efectivo hasta cuatro mil pesos. Hay quienes dicen que incluso más. Denuncias de amagos, cooptación y compra de votos, amenazas de retirar apoyos, dinero sucio, acarreo, manipulación de urnas… ¿Cuándo tendremos una elección limpia?
¿Quién te regala en un día cuatro mil pesos? Los más jodidos ven en las elecciones esa luz al final del túnel. La gente los acepta. Para muchos, eso es el sueldo de todo un mes. Y pues “de todos modos van a ganar los de siempre” y “que me den el dinero a mí o que se lo den a otro: mejor dénmelo a mí y ahí está mi voto o mi credencial”.
Sí, la credencial de elector solo es confiable en los bancos cuando alguien se quiere identificar. La credencial de elector sirve para todo menos para garantizar el voto libre y secreto.
Por eso, la pobreza es un gran negocio. Para estas fechas electorales, siempre es mejor manipular a los pobres sin acceso a educación que tratar con gente que gana un salario digno y goza de educación competitiva. A los transas les conviene el rezago.
El dinero lo ofrecían en el PRI, pero dicen que también los billetes se asomaban desde los otros partidos.
El Estado, el gobierno y los mañosos intervinieron para que ganen los suyos y así se puedan encubrir entre ellos y se garantice el negocio de la política, que hace más jodidos a los jodidos y más ricos a los nuevos ricos, según se acusó en un cuarto de guerra electoral durante la noche de la elección.
Las marranadas no sorprenden. Ya todo parece normal y aceptable con tantas trampas, descaro e ilegalidades. El escándalo ya no es escándalo. ¿Cuándo, piénsenlo, cuándo hemos dicho que en México las elecciones son limpias y los árbitros electorales, confiables? Nunca. “Así de marranos son todos”, “no hay a cuál irle”… Ya nada nos asombra, la gente ya está acostumbrada.
Aristóteles Núñez, hombre que sabe de números (trabajó hasta hace unos meses en la Secretaría de Hacienda, en la oficina del SAT), dijo en la televisión que la elección del Estado de México nos costó a todos unos 15 mil millones de pesos. De ese total, cerca de dos mil millones era dinero limpio y el resto… ¿desvío?, ¿“dinero sucio”?
Mientras el candidato del PRD hacía su mejor esfuerzo (apenas 18 por ciento, el más bajo de las últimas elecciones) por fragmentar a la izquierda (y lo logró, porque si Morena y PRD hubieran ido juntos, hubieran conseguido el 50 por ciento de los votos), la derecha subía a un triciclo a su candidata más perdedora para repartir pan en su cierre de campaña… porque así de talentosos son en el PAN para las campañas. Pan y circo. Lo mismo.
Yo no soy de la idea de que “si no votas, no tienes derecho a quejarte”. Creo que aunque no votes, tienes (y debes) quejarte de los malos gobiernos. Y también creo que 52.51 por ciento de votantes es un número muy bajo, apenas un poco más de la mitad de la participación. Al que no vota le viene la frase: “Cada quien tiene el gobierno que se merece”.
Foto: Cuartoscuro