En la Ciudad de los Necios todo es posible. La ironía retrata esquinas, el absurdo cobra moche y la ironía narra vidas
Cuando crees que “nada puede ser peor”, todo se pone peor. Hay un coche con placas de Morelos circulando por Presa Falcón, en la Irrigación, ahí donde se levantan –mirando al cielo– el primer mundo de Plaza Carso, el Museo Jumex y –sumergiendo la mirada hacia el centro de la Tierra– el Acuario Inbursa. El tercer mundo se sufre a nivel de piso en esa misma calle: una grúa de la Secretaría de Seguridad Pública de la CDMX le cierra el paso a un coche foráneo. “¿Dónde están sus papeles?”, dice el policía con la mirada hambrienta y la boca seca. “¿Pero qué infracción cometí?”, responde la conductora. “Sus papeles o enganchamos el vehículo”. En ese instante, el policía que está parado junto a la conductora le echa una miradita al chofer de la grúa que en cuatro segundos engancha el vehículo. Es sorprendente la habilidad que demuestra este “gruyero maravilla”. ¿Alguien ha pensado en que podemos ganar un Récord Guinness con el gruyero más veloz del mundo? Los niños dentro del coche se asustan por el movimiento brusco del enganche.
Es sábado y el coche tiene prohibido circular. Bueno, pues se paga la infracción y listo. Pero no, las cosas no son así de fáciles en el tercer mundo. Si bien existen dispositivos inalámbricos que permiten a los policías de tránsito infraccionar en el instante de la falta, en Presa Falcón la autoridad lleva en una mano el aparato cobramultas y en la otra ganas de chingar.
“Bueno, hágame la multa. Aquí están mis documentos”. “Permítame revisarlos… sí, están en regla, pero el pago por la infracción sería de 900 pesos en efectivo y 1056 pesos en su tarjeta, de otra forma iría al corralón y lo podrá sacar hasta el lunes”. “Pero yo vivo en Querétaro”. “Por eso”.
La calle Presa Falcón se llama así por la Presa Internacional Falcón que está sobre el río Bravo, entre el municipio de Nueva Ciudad Guerrero, Tamaulipas, México y el condado de Starr, Texas, en Estados Unidos de América. Sí, la Presa Falcón está entre dos mundos. Se nutre de las aguas del Río Bravo, ese panteón acuático donde al año mueren ahogados cientos de migrantes abrazando un sueño americano que no flota en esas aguas. En la calle Presa Falcón corren las aguas de la corrupción.
“Usted me quiere extorsionar para pagar la multa. Esto es corrupción”. “Como quiera, señora… y deje de grabar, por favor”. La señora le pasó el teléfono a su hijo.
El policía comenzó a poner sellos en las puertas del coche. Se subió a la grúa y el “gruyero maravilla” aceleró. Los niños comenzaron a gritar. Avanzaron dos cuadras hasta que la señora, asustada, les hizo señas. Se detuvieron. Bajó el policía hambriento. “Sí, dígame”. “Tome, tengo 500”. El policía tomó el efectivo y sacó la terminal para cobrar la multa y le gritó al “gruyero maravilla”: “¡Bájala!”. El “gruyero maravilla” soltó el coche en los mismos cuatro segundos y se fueron. Todo quedó grabado en video.
(Foto: Cuartoscuro)