Las máquinas también, sí también, son necias
¿Qué estaba haciendo el conductor? Me lo pregunté inmediatamente después de ver el video en el que los pasajeros del Metro se van aventando uno tras otro a lo largo del andén, en la estación Tlatelolco, hasta que el último se estrella contra una pared.
¿Por qué no se detuvo el Metro? ¿Qué chingados iba haciendo el conductor? ¿Iba cazando pokemones, iba borracho, platicando con su pareja, leyendo, se desmayó…? El Metro no se detuvo. ¿Y si la máquina naranja se rebeló y desafió a los humanos? Oh, la rebelión de las máquinas chilangas.
En la Ciudad de México, un lugar en el que los trenes no funcionan completamente bien, nadie sabe explicar este episodio de la vida del Metro —y de la vida de YouTube, porque el video lo vimos miles y miles, una y otra vez, para reír y burlarnos de los que tristemente se lanzaron y chocaron contra el piso arriesgando su vida—. Sí, eso nos da risa.
¿Por qué no avisaron a los pasajeros qué estaba ocurriendo? Porque las bocinas del tren no sirven nunca, supongo. El Metro no sirve como debería.
Cuando en Oceanía un Metro se impactó contra otro en la estación, allá en 2015, los conductores alegaban que ni siquiera los limpiaparabrisas funcionaban en aquella triste y dramática tarde de lluvia. No es por asustarnos, peeeero imaginemos todo lo que no está funcionando en estos momentos en los trenes que están circulando por la red del Metro.
¿La tarifa no alcanza para mejorar el servicio o se roban muchos recursos? ¿Necesitamos más presupuesto para invertir o necesitamos que el sindicato se clave menos lana?
Nadie responde estas preguntas en la CDMX, supongo que porque están concentrados en el otro caso misterioso de las máquinas chilangas: Un policía se baja de su bicicleta —con canastita— y la estaciona junto a la banqueta. El uniformado observa a un grupo de motocicletas correctamente estacionadas en esa misma calle y mira a su alrededor para asegurarse de que nadie vea lo que está a punto de suceder. El poli procede con su marranada: jala del grupo de motos bien estacionadas una que luego arrastra al otro lado de la calle para ponerla en un lugar prohibido. El puerco elemento policiaco le llamó a otros integrantes del puerco policiaco capitalino —que cobra por cuidarnos— para que trajeran una camioneta —que pagamos los chilangos— y todos juntos recogieran la moto para “infraccionarla” y llevarla al corralón.
Ese elemento está suspendido y las autoridades tienen 60 días para determinar en una investigación qué fue lo que pasó. Sí, porque no está claro para la SSPCDMX lo que a todos nos queda claro. Tal vez exista la posibilidad de que la moto obligó al policía a moverla, sí, tal vez esa máquina perversa obligó al policía para que la movieran del resto de las máquinas y se la llevaran para liberarla de su propietario, de quien la moto estaba harta. Sí. Porque ya las motos y los Metros están molestos con los humanos. La rebelión de las máquinas chilangas. Es increíble.
Foto: Cuartoscuro