EN NARCO HISTORIA, LA ESCRITORA CARMEN BOULLOSA Y EL HISTORIADOR MIKE WALLACE PROFUNDIZAN EN EL DESARROLLO DE LA “GUERRA CONTRA LAS DROGAS”, LATENTE DURANTE EL ÚLTIMO SIGLO
Narco Historia. Cómo Estados Unidos y México crearon juntos la guerra contra las drogas —una investigación publicada por la editorial Taurus y hecha por la escritora Carmen Boullosa y el historiador Mike Wallace— se plantea una visión integral que se remonta un siglo atrás en las relaciones entre Estados Unidos y México, así como sus políticas en torno al consumo de drogas no legales. Sin embargo, los intereses políticos y económicos, y la intolerancia hacia culturas ajenas también están latentes en este recorrido histórico.
La obra de ambos autores ha recibido reconocimiento internacional: Carmen Boullosa ha ganado los premios Xavier Villaurrutia, Anna Seghers, Literaturpries, Café Gijón y NY-Emmy; mientras que Mike Wallace, el Pulitzer de Historia por Gotham: A History of New York City to 1898, escrito con Edwin Burrows.
“El libro está escrito en lengua común: no es para expertos o académicos, y tampoco es una obra literaria. Es un libro que cuenta, con un lenguaje natural, cuál es la historia de los pocos más de 100 años de la prohibición de las drogas o sustancias psicoactivas. Para hacer este recuento se ignora la división que media entre Estados Unidos y México, considerando que es una historia que se fue construyendo entre nuestro país y Estados Unidos”, dice la autora de la novela Antes.
“Es importante que la gente lo lea porque esta guerra contra las drogas, este baño de sangre y esta población de decenas de miles de desaparecidos no es algo que apareciera de pronto, como un monstruo que sale de debajo de la cama, sino que se fue consolidando y cobrando fuerza a lo largo del último siglo”, platica Carmen.
“Ocurre que la gente pone atención en la historia del Chapo o de Rafael Caro Quintero como si fuera la tropelía hecha por un maleante. En realidad, esto no salió en las manos de uno, dos o tres maleantes, este problema proviene de políticas públicas y leyes pensadas para prohibir sustancias psicoactivas”.
“En la primera década del siglo pasado, el motor de la prohibición empezó por motivos racistas y también por una alarma acerca de un asunto de salud pública. Uno de los motivos racistas fue la `amenaza amarilla´ que tenían los gringos debido a la población china; sucedió en 1909, cuando se declara al opio ilegal. Después vino el miedo a la población afroamericana. En el argumento racista se formulaba que los fumadores de opio volvían adictas a las mujeres blancas para hacerlas esclavas sexuales”.
“En el caso de los afroamericanos del sur de Estados Unidos, se decía que, como usaban cocaína y heroína, salían a violar a las mujeres blancas. Todos sabemos que ambos argumentos son falsos”, narra la ensayista.
“En los años 30 se prohibió la marihuana con un encono racista contra los mexicanos; en la primera década del siglo XX se prohibió el ingreso a los chinos y en la siguiente década se les expulsó; en el sur de Estados Unidos hubo una ola de linchamientos de afroamericanos; en los años 30, también, fueron expulsados alrededor de un millón de mexicanos —muchos ya naturalizados como estadounidenses— con pasaporte americano o, incluso, nacidos en Estados Unidos. Se les expulsó porque había una crisis económica grande en Estados Unidos: la Gran Depresión”.
De acuerdo con la autora, se pone especial atención al origen de la prohibición y de la criminalización del uso de sustancias psicoactivas, ya que éstas se entrelazan con el racismo. Sin embargo no fue la única razón: el otro punto fue un asunto de salud pública. Al empezar el siglo XX, los opiómanos eran niños y mujeres de clase media, quienes usaban medicamentos adictivos, comprados en farmacias, sin saber que eran dañinos para la salud. “Hay que recordar que en ese tiempo no había aspirinas, entonces, se vendían derivados del opio para quitar dolores y curar malestares. Ése es el otro motivo, pero no habría bastado para criminalizar el consumo de drogas, aunque hubiera sido suficiente hacerle saber al usuario y al médico que esos medicamentos eran adictivos”.