Por muchos querido y por otros no tanto, el nopal es base de la alimentación en México y toda una institución en la capital, donde se utiliza para cientos de preparaciones.
Entre las ya conocidas modificaciones al territorio mexicano, cortesía del presidente Antonio López de Santa Anna, hay una que afectó el trazado del Distrito Federal en 1854. Por orden de Su Alteza Serenísima, se anexó Milpa Alta, que en aquel entonces pertenecía al Estado de México.
Así, de un día para otro nos hicimos de casi 230 kilómetros cuadrados (la alcaldía de mayor extensión) de terreno fértil, que se utilizó sobre todo para la agricultura.
De allá, de los campos del sur, se surte casi toda la ciudad de un alimento tan mexicano que aparece en la bandera y que, aunque para muchos no sea santo de su devoción, está presente en la gastronomía cotidiana de todos nosotros.
De la familia de las cactáceas, el nopal es un alimento con altísimo contenido de fibra, vitaminas y minerales. Además del juguito mañanero que nos hace sentir los seres más sanos sobre la tierra, nos lo vamos encontrando en diferentes momentos del día. Un tlacoyo de requesón, frijol o haba tiene la posibilidad de ir coronado de una dosis de nopalitos guisados con cebolla en lo que probablemente sea una de las muestras más dignas de la cocina mexicana vegetariana.
Si no sabías…
Gran parte de la población de Milpa Alta vive gracias a la producción del nopal. Aunque el comercio no siempre sea el más justo para los productores, desde esta alcaldía también se exporta nopal a los Estados Unidos, Europa y Asia, dándoles a las familias que lo trabajan una mayor posibilidad de vivir de este alimento, con el que también se hacen jabones, tortillas, pinturas y hasta combustibles.
Fuente: revista Chilango diciembre página 44