La ciudad, el tiempo y las nuevas generaciones son temas comunes para el maestro Chávez, quien espera su próximo concierto junto a Milanés y Delgadillo.
Sin buscarlo pero como consecuencia lógica de su trabajo como cantautor y actor, hoy en día los chilangos reconocemos la figura de Óscar Chávez como uno de los personajes clave dentro de la cultura de la Ciudad de México. Basta y sobra con recordarlo como El Estilos en Los Caifanes, de 1967, o escuchar canciones como El pendejo, donde dice mucho del pensamiento colectivo en relación a la política actual.
Óscar regresa este miércoles al Audi- torio Nacional, un escenario con el que se sigue familiarizando a la perfección luego de casi dos décadas de presentarse en él, por lo menos, una vez al año; pero este show es especial porque se unen también Fernando Delgadillo y Pablo Milanés, otros dos grandes de la trova con quienes alternará canciones.
A sabiendas del paso de los años, el cantautor reconoce que los conciertos ya no son los mismos pero siempre dando de lo bueno, y rememora la última vez que pisó un escenario junto a Milanés, un lejano 1984 donde se presentaron en el antiguo estadio del Atlante —ahora el estadio Azul—, en una ciudad que ha cambiado mucho, igual que ellos.
Hoy en día encuentra difícil reconocer las calles de las que alguna vez disfrutó. “Todo está muy caótico, muy gelatinoso, uno ya no sabe qué va a pasar con este pobre país, con esta ciudad que está hecha pedazos, ¡en qué corto tiempo le han dado en la torre!”. Al indagar en si hay algo todavía le gusta del ex Distrito Federal, Óscar responde que ya no sabe qué queda vivo. “Tumban casonas hermosas para hacer cajones de 20 o mil departamentos, todo está colapsando; antes podías disfrutar del paisaje urbano de la ciudad; hoy ya ni es paisaje, ni es urbano ni nada, es un ‘masacote’ de todo, es una vergüenza”.
Desafortunadamente, la música de Chávez igual empata con la realidad actual. Para él también es doloroso ver cómo muchas de las cosas que cantó por primera vez hace 40 años siguen vigentes, como si lo hubiera hecho ayer. “Las cosas no han mejorado, al contrario, se deterioran a un nivel impresionante e inhumano”. Después de tantos años lo que más le apura de su gente es la cultura, algo que considera prioritario, tanto como la salud y la educación. “La cultura es lo que puede modificar el comporta- miento en la gente, lo que le da razón a una sociedad”, dice.
LO QUE SÍ, LO QUE NUNCA
Como artista, Chávez no se limita, pero tampoco se deja ir. Aunque los palomazos con otros artistas, son recurrentes —como el que se aventó con Panteón Rococó en la Arena Ciudad de México—, cuida con recelo sus creaciones y el valor de cada una. Admira a grupos como Café Tacvba, y cantautores de generaciones posteriores a la suya que han demostrado tener madera: Jaime López, David Haro, Memo Velázquez en las huastecas, y Pancho Madrigal, por sólo nombrar algunos.
“¡No, definitivamente no!”, dice Óscar en cuanto la posibilidad de regresar al cine o al teatro, pues aunque la actuación fue su primer acercamiento con el mundo del espectáculo, explica que es algo muy complejo, no un capricho, “si no se dan las condiciones para hacerlo, ¿para qué sufres? Yo sigo cantando y ya, no me voy a cortar las venas”.
UN SHOW DE POETA A POETA
Auditorio Nacional.
Paseo de la Reforma 50, Bosque de Chapultepec.
Miércoles 18 de mayo, 20:30 h.
De $478 a $2,242.
