Dentro de la extensa y concurrida delegación Cuauhtémoc se encuentra la colonia Peralvillo, una de las más importantes de la Ciudad de México y también de las más olvidadas.
A pesar de estar ubicada en la misma demarcación que el centro, y a escasas calles de Tepito, en la colonia Peralvillo todo se mueve más lento. Las calles, que llevan nombres de músicos y compositores nacionales e internacionales, son más amplias y están llenas de edificios que contrastan entre sí; algunos son relativamente nuevos, mientras que otros son los restos de las edificaciones que predominaban en la capital hace algunas décadas como vecindades y casonas.
La colonia, que nació durante los primeros años de 1900, tiene como límites Circuito Interior, Calzada de Vallejo, Juventino Rosas y la Calzada de Guadalupe, mientras que su vecina es la colonia Exhipódromo de Peralvillo. Actualmente (y tal vez desafortunadamente) es reconocida por la venta de autopartes, negocios que predominan en casi todas sus calles; sin embargo, no es lo único rescatable de esta colonia.
Parroquia de la Santísima Trinidad y Nuestra Señora del Refugio
Tan grande como su nombre, esta parroquia resalta desde varias cuadras antes. Ubicada en la esquina de Felipe Villanueva y Tamago, esta iglesia forma parte de la colonia desde hace décadas y podría decirse que es la única que existe en la zona. Su fachada rosa logra despegarse de la monotonía que embarga toda la calle.
Mercado Beethoven
Sobre la calle del mismo nombre es donde se desarrolla la mayor parte de su comercio y en donde, por su puesto, se encuentra este mercado. Desde hace 58 años provee a los vecinos de la colonia Peralvillo de todo tipo de víveres básicos, así como juguetes antiguos y hasta de un espacio donde embellecerse, pues cuenta con una estética en su interior. A pesar de que su fachada y algunas partes interiores se notan descuidadas, el mercado fue rehabilitado el año pasado y vale la pena adentrarse en sus múltiples pasillos para conocer todo lo que puede ofrecer.
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Parque Bela Bartok
Tal como la mayoría de sus calles, este parque lleva el nombre de un famoso músico. En este caso es Bela Bartok, considerado el músico húngaro más importante de todos los tiempos. Aunque no se explica su relación con México, el sitio contrasta con toda la colonia y al centro sobresale un busto del fallecido músico.
Se ubica sobre la calle Juventino Rosas y además de ser un pequeño pero bonito lugar para relajarse un rato, es también señal de que llegaste a los límites de la colonia.
Mercado de artesanías
Contrario al de Beethoven, este mercado se centra en las artesanías mexicanas de todo tipo y para todos los gustos. Aunque es poco conocido, alberga tesoros que pueden adaptarse a cualquier persona, desde ropa y pequeñas figuras hasta peluches de la cultura mexicana.Ubicado sobre la calle Ricardo Bell, es ideal para quienes aman la cultura mexicana.
Los vestigios del ayer
Hace algunos ayeres la Peralvillo era reconocida por ser de las colonias que aún mantenían vivas las vecindades. Actualmente quedan pocas de ellas y paradójicamente se han vuelto vecinas de grandes edificios con departamentos.
Mientras se camina por sus calles, se puede apreciar casas (o lo que queda de ellas) que son el vivo reflejo de lo que era la Ciudad de México. No es extraño ver las ruinas de estos lugares habitados por hombres que se dedican a hacer reparaciones de automóviles.
De hecho, actualmente la colonia y su vecina, la exhipódromo de Peralvillo, son reconocidas por la venta de autopartes, las cuales no faltan en ninguna de las calles que las conforman.
(Fotos: Karla Almaraz y Foursquare)