Al continuar recorriendo el Paseo de la Reforma, hay que recordar que esta famosa avenida fue trazada en la época del Segundo Imperio, pero durante el Porfiriato adquirió la forma que la distingue, semejante a los Campos Elíseos de París. Uno de los restaurantes tradicionales del rumbo es el Champs Elysées, en la esquina con Estocolmo, que abrió en los años sesenta y sigue siendo un ícono de la gastronomía francesa en el DF.
Si ya se hizo de noche, a unos pasos está el Kinky, un bar gay que ocupa una casa de estilo funcionalista construida por Rodolfo Weber en 1934. Aquí hay una pequeña cantina y una terraza para bailar con vista al Ángel de la Independencia, además del clásico karaoke; es el cruce con Amberes, el punto de entrada a la Zona Rosa.
Como el sello de este rumbo es la diversidad, una cuadra más adelante se encuentra la Parroquia Votiva de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, inmueble art déco realizado por Vicente Mendiola en 1931, que marca el tiempo con sus campanadas en el inicio de la calle de Génova.
En la acera de enfrente, dos residencias quedan como vestigio de otra época en la colonia Cuauhtémoc: la de la familia Suberbie, en Reforma 297, que fue diseñada por Rafael Goyeneche en 1938 y ya comenzó a ser desmantelada, y la que ocupa el número 281, convertida desde hace años en sucursal bancaria.
La Glorieta de Niza fue la primera de esta vía y, curiosamente, es la única que no tiene un monumento. A inicios del siglo pasado lucía sembrada de palmas, de las cuales sobrevive una, que le da su característico mote; los alrededores se han transformado a través del tiempo, pero en la esquina noreste aún se puede apreciar una de las primeras viviendas de estilo neocolonial en la ciudad, que data de 1920 y es obra de los arquitectos Aramburu y Del Collado.
En contraste, cruzando la calle está el edificio de la Bolsa Mexicana de Valores, proyecto de Juan Jesús Díaz Infante que fue inaugurado en la década de los noventa y ya es un punto emblemático de la capital con su peculiar fachada de vidrios azules y formas triangulares.
Muy cerca están las torres de Reforma 222 y su concurrida plaza comercial, y a la vuelta, en Havre 15, encontraremos un antiguo palacete que en los años treinta albergó a la legación diplomática de Bélgica y más tarde a la embajada francesa; hoy es la Casa de Francia, un centro cultural que ofrece diversas opciones, como exhibiciones temporales y ciclos de cine. En el mismo lugar se puede disfrutar otro espacio dedicado a la cocina gala, el restaurante Le Cordon Bleu, donde también hay jornadas con música en vivo y cursos de coctelería.
En el transitado crucero de Insurgentes, se levanta el Monumento a Cuauhtémoc, que ha visto el paso de millones de personas e innumerables manifestaciones desde su inauguración en 1887. El conjunto, de estilo neoprehispánico, fue creado por Francisco Jiménez, Gabriel Guerra y Miguel Noreña. En los años cuarenta se desplazó unos metros para quedar en medio de lo que sería una enorme rotonda, planeada por Mario Pani como el nuevo centro de la Ciudad de México; dicho plan nunca se llevó a cabo y el tlatoani regresó a su lugar en 2004 con el fin de abrirle paso al Metrobús.
Para no quedarse con las ganas y terminar el tour alterno de comida europea, en Insurgentes y Madrid está el tradicional Sep’s, inaugurado en 1939, ideal para probar el pan y algún platillo típico alsaciano –servido por meseros amabilísimos– mientras el ajetreo de la zona extiende su camino.
1.- El edificio de la Bolsa, de Juan Jesús Díaz Infante.
2.- En el basamento, el monumento a Cuauhtémoc lleva los nombres de los reyes aliados Cuitláhuac, Coanacoch, Cacama y Tetepanquetzal.
3.- Parroquia Votiva de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ejemplo de art déco tardío.
4.- Kinky, un bar gay para bailar y ligar.
5.- El Sep’s, restauramte favorito de los papás y abuelitos.
6.- La Glorieta de Niza, conocida como “de la Palma”, es la única sin monumento.