Un buen inicio para conocer la colonia San Rafael es la calle de Sadi Carnot. Antiguamente se llamó Calle del Sur, y formó parte de la primera colonia fuera del centro: la de los Arquitectos, planeada en 1869 por Francisco Somera para que ahí residieran los alumnos de Bellas Artes. La idea no tuvo éxito, pero el trazo se conservó.
En el número 13 está la casa de Juan Antonio Azurmendi, que fue construida a finales del siglo XIX y en sus mejores tiempos tuvo un enorme jardín con estanques, del cual sólo quedan fotografías. Después fue el Colegio Cristóbal Colón, y hoy es el Instituto Pedagógico Anglo Español. Hay que entrar para apreciar la escalera principal y la capilla.
En el 33 hay otro ejemplo de la arquitectura característica del barrio, que fue preferido por las familias acomodadas de la época porfiriana para alejarse del ruido de la capital. En esta residencia murió el poeta y dramaturgo yucateco José Peón Contreras, y ahora pertenece al Colegio Williams.
En la esquina con Valentín Gómez Farías hay un edificio de estilo afrancesado en el que hoy se encuentra el Don Porfirio Caffe, donde sirven buenos cafés que puedes disfrutar en alguno de sus sofás vintage. El lugar también sirve como espacio para conciertos, exposiciones temporales e incluso obras de teatro y lecturas de poesía.
Cruzando la calle está la construcción más famosa del rumbo, un palacio de inicios del siglo pasado que actualmente es el campus San Rafael de la Universidad del Valle de México. Pide permiso para conocer los interiores, y con algo de suerte hasta te darán una visita guiada por los salones y la biblioteca.
A unos pasos se encuentra la Gran Logia del Valle de México, donde se puede entrar a la cafetería para indagar un poco más sobre el rito masónico, un tema que siempre despierta intriga por su carácter secreto y por las leyendas que lo rodean.
Enfrente destaca una extensa fachada de ladrillo rojo, sede del Pentathlón Deportivo Militarizado México. Este edificio fue el asilo de ancianos Francisco Díaz de León, fundado en 1889, y contaba con dormitorios, comedores, talleres, anfiteatro y capilla. Hoy en sus instalaciones se ofrecen distintos cursos.
Llegando al cruce con Antonio Caso, la antigua Calle de las Artes, hay que hacer una pausa en el tradicional café Gran Premio, que abrió en 1962 y sigue siendo uno de esos lugares que hacen que se te olvide el tráfico: simplemente siéntate, relájate y ve pasar el tiempo por sus ventanas. En él se reúnen lo mismo los estudiantes y los vecinos que los miembros de la Asociación Nacional de Actores.
Muy cerca, el conjunto de Sadi Carnot 110 te recibe con su doble arco de estilo art déco. Este bloque de siete casas fue edificado por la Fundación Mier y Pesado en 1928; el diseño estuvo a cargo del arquitecto Juan Segura, quien también creó el Edificio Ermita en Tacubaya.
En el 116 hay otra privada más vieja, que contrasta con la anterior y te lleva a imaginar cómo era vivir en una de las primeras seis manzanas fuera del centro de la ciudad.
El recorrido termina en la avenida Sullivan, que fue uno de los caminos para llegar al casco de la Hacienda de la Teja, ubicado más o menos donde ahora está Telmex. Aquí, como en muchos otros rincones de la ciudad, la vida es una de día y otra de noche.