Antes de que Beyoncé, Taylor Swift y Emma Watson pusieran de moda el feminismo de sofá, Sleater Kinney ya luchaba por la igualdad de derechos en la música y desde los escenarios más underground de Estados Unidos.
Ahora, tras un receso de 9 años, la banda está de regreso, con los mismos ideales de poder femenino, protesta y un nuevo disco: No Cities To Love.
Según la baterista, Janey Weiss, lo único que ha cambiado de los 90, cuando empezaron, a la actualidad son los intereses del público.
“Trato de no juzgar a los jóvenes, pero sí siento que mi generación era más rebelde y estaba más enojada, esta generación es más feliz. Nosotros no teníamos computadoras, no teníamos existencia virtual, creo que eso es algo con lo que una persona de mi edad no estará tan cómoda”.
Pareciera que ya no hace falta rock de protesta, mucho menos en Estados Unidos, donde las cantantes de pop son las nuevas rockstars rebeldes de esta generación (¿Miley Cyrus?), pero siempre será necesario que exista el contrapeso, precisamente, a ese feminismo que se parece más a una campaña de Victoria’s Secret.
“La música es una expresión de la vida, y hasta que haya equidad y un mundo para los outsiders y la gente marginada en este mundo siempre habrá lugar para la protesta”.
Sin embargo, Sleater Kinney no quiere enemistar con las divas del pop actual, pero al menos su baterista anhela que vaya más allá de una simple estrategia para vender discos y boletos de conciertos.
“Ojalá que no sea solo una moda y que ayude a la mujeres a sentirse empoderadas, no me gusta juzgarlas, pero (a las cantantes pop) yo no las veo como una inspiración, pero puedo entender que para una chica que viva en un lugar remoto pueda ser el único acceso para entender el feminismo”, expresó Janey, para quien la independencia femenina no tiene nada que ver con las letra de una canción.
Sleater Kinney estará en la Ciudad de México como parte del Corona Capital, donde reafirmarán los motivos que tuvo el crítico Greil Marcus para llamarlas en 2001 ‘la mejor banda de rock del año’.
Otro aspecto que quieren aclarar a sus fans es que ya no son las chavitas de la ciudad de Olympia, Washington, que se reunían en la calle Sleater Kinney para ensayar, o vivir de hotel en hotel mientras iban de gira por su país. “Hemos aprendido muchas lecciones en el pasado, y ya lo aplicamos, despues de haber estado tanto tiempo separadas disfrutamos mucho el tiempo juntas”.
¿Qué les depara el futuro? Ni ellas mismas lo saben.