Se supone que esta columna es para hablar de cosas bonitas, y según yo iba a evitar mis #plaquejas, pero ya no puedo más, y supongo que muchos defeños están igual de hasta la madre que yo. Cada vez que voy al Centro, mi recorrido arranca con un entripado, porque me bajo en Metro Zócalo y lo primero que veo es cómo Palacio Nacional se ha “robado” la banqueta.
Esto empezó, según recuerdo, hacia el final del mandato de Felipe Calderón. Cuando el hashtag #RenunciaCalderón era tan popular que ya hasta se usaba en tono de burla (“Me duele la panza, #RenunciaCalderón”), y la ciudadanía estaba más enojada que de costumbre, pusieron unas vallas frente a Palacio, lo cual reducía considerablemente el espacio de banqueta. Supongo que era para que la banda no le aventara tomates a la sede presidencial. Yo ingenuamente pensé que sería una medida temporal, pero no, se siguieron de largo todo el sexenio.
Con el cambio de gobierno la cosa empeoró, porque no sólo dejaron las vallas al frente de Palacio, sino que las pusieron todavía más lejos del edificio, de modo que ahora los peatones tenemos que avanzar por un caminito improvisado que le roba un carril a los coches. Lo más grave es que no se conformaron con eso y, como diciendo “Ay pues de una vez”, tomaron la banqueta de Corregidora… ¡y el arroyo vehicular! Uf. Tanto que les costó sacar al ambulantaje para que ahora el espacio este ocupado por… la nada. Por dos guardias que se la pasan el día aburridotes, nomás ahí parados. Yo creo que lo más emocionante de su semana fue cuando me acerqué a preguntarles qué onda:
Yo: Oigan, ¿y esto hasta cuándo va a estar?
Tira 1: Uuuuh, pues ya tiene como dos años.
Yo: ¿Pero por qué agarraron toda la calle? Apenas hay espacio para pasar.
Tira 2: ¡Es por los manifestantes!
Yo: Pero hoy no hay manifestación.
Tira 1: Uno nunca sabe.
¡Ah! ¡Claro! ¡Uno nunca sabe! Porque las manifestaciones son como los terremotos o las trombas. ¿No quieren de una vez bardear el Zócalo, el Centro Histórico, la Ciudad de México? Lo que sea con tal de que los malosos inconformes no se acerquen, uy, qué mello. Y mientras, que los peatones pasen por una vereda estrechísima, total, ni se quejan ni dicen nada.
Es como la paradoja de “Me compré un coche pero no lo saco porque qué tal que me lo roban”. Acá es “Tenemos un edificio público pero mejor aplicamos la donaldtrumpiña y le ponemos un muro alrededor porque qué tal que alguien quiere rayar las paredes”.
Además… ¿no sería más bonito que dejaran de darnos motivos para manifestarnos que nada más enjaular edificios?
¿Qué hacemos? ¿Por qué vía nos #plaquejamos? ¿Aplicamos el change.org? ¿Les llevamos serenata? ¿Hacemos un flashmob (aunque sea taaaaaan 2010)? ¿O nos manifestamos contra la valla antimanifestaciones y hacemos un manifestaception? O a lo mejor nomás tenemos que pedir de buen modo que nos regresen nuestra calle.