Con admirable puntualidad, a las 9 de la noche del domingo cortaron el loop de publicidad de los patrocinadores, apagaron las luces y anunciaron que el concierto estaba por comenzar. El Foro FIL estaba lleno, excepto por 43 pupitres vacíos. Antes de arrancar la presentación, la maestra de ceremonias pasó lista de los 43 estudiantes de Ayotzinapa , y el público gritó “¡Presente!” 43 veces. Desde ahí la piel chinita, no sólo por el frío.
Salió Juan Falú, el guitarrista argentino. Dijo que ver fotografías de desaparecidos era algo dolorosamente familiar para él, que vivió la dictadura. “Hace 30 años estamos buscando dónde dejar una flor”. Auch. Y entonces soltó con ‘El bien perdido’, de Atahualpa Yupanqui, y luego ‘La media pena’, que comenzaron a ablandar corazones.
Originalmente también se iba a presentar la cantante folclórica Liliana Herrero, pero no pudo llegar. En vez de ella, Falú invitó a Maryta de Humahuaca y a Micaela Chauque, dos coplistas y compositoras del norte de Argentina. “Para que vean que no somos todos rubios de ojos celestes allá”, bromeó él. Ellas le cantaron a la Pacha Mama e improvisaron coplas para los normalistas guerrerenses. Después, juntos los tres, interpretaron ‘Salamanqueando pa’ mí’ del recién fallecido Raúl Carnota, como un homenaje a su memoria.
El público ya estaba prendido, conmovido, sonriente. Y entonces, pum: una fotografía de Chavela Vargas fue proyectada al fondo del escenario. La gente gritó y aplaudió. Sonaron las primera notas de ‘La Llorona’, que Chavela Vargas interpretaba con su aguardentosa voz. Fue el momento culmen de la noche. El Foro FIL entero coreaba, conmovido.
De ahí, Falú siguió solo con su guitarra: un poco de Chavela, un poco de Yupanqui, un homenaje a la poetisa Alfonsina Storni. Canciones para recordar a quienes nos faltan, para llenar ese vacío con música.